Opinión

Tezanos dilapida el prestigio del CIS con el dinero de todos

Vayamos primero a los datos. El último barómetro del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) beneficia hasta límites asombrosos a los intereses del PSOE en el caso de que hubiera que repetir elecciones. Los socialistas arrasarían con un 41,3% de los votos. El PP mantendría el liderazgo de la oposición, pero sumido en un 13,7%. Podemos, imaginamos que por no apoyar a Sánchez en la fallida moción, se hundiría hasta los abismos del 12,8%. A Ciudadanos de poco le valdría no pactar con el PSOE porque, en vez de sorpassar a los populares, descendería hasta la cuarta posición con un 12,3%. Todo huele demasiado a decorado como para tener verosimilitud alguna.

Por supuesto, nada más conocerse el barómetro, emergió raudo Rafael Simancas, secretario del grupo socialista en el Congreso, para decirle al conjunto de los partidos que, visto lo visto, casi mejor facilitar la investidura a Pedro Sánchez en septiembre. Le falto añadir: “Más me duele a mí… Si lo hacemos por vosotros, que peor va a ser el remedio que la enfermedad. Oigan, que no lo digo yo, ¡que lo dice el CIS!”.

El premier más importante del siglo XX, Winston Churchill, comentaba con sorna que sólo creía en las encuestas que él mismo había manipulado. En las contiendas políticas es habitual recurrir a estudios demoscópicos confeccionados ad hoc para reforzar las posiciones propias o debilitar a las del adversario. Hasta aquí, nada que objetar. El problema, de notable gravedad, es que el CIS no es una empresa privada contratada por un partido político, sino un organismo público, dotado con un presupuesto anual de 11,4 millones de euros. Es decir, que del bolsillo de todos los españoles sale el dinero para que José Félix Tezanos dibuje, pinte y coloree las encuestas que más pueden beneficiar a su único cliente: el presidente del Gobierno. A ello hemos de sumar que el CIS, hasta ahora, era un organismo que acumulaba un notable prestigio profesional. Todo esto se ha dilapidado.