Opinión

El suicidio de la razón

  • José María Rotellar
  • Doctor en Economía. Ex viceconsejero de Hacienda y Política Económica de la Comunidad de Madrid. Profesor del Colegio Universitario Cardenal Cisneros y director del Observatorio Económico de la Universidad Francisco de Vitoria. Escribo sobre economía y política.

La doctora Julia Picazo, prestigiosa psiquiatra, en su libro ‘El suicidio actual’ (EOS Psicología, 2017), cuya lectura recomiendo encarecidamente, habla, al tratar el suicidio en la sociedad actual, del suicidio como espectáculo, cuya acción se transmite rápidamente a través de redes y medios de comunicación gracias al avance tecnológico. En esta línea, llega a mencionar que puede estar surgiendo un nuevo tipo de suicidio, el suicidio narcisista, puesto que aprovecha las plataformas de difusión existentes «para exhibir de forma inmediata sus actuaciones», siendo el suicidio «el resultado final de un espectáculo».

Esto, ni más ni menos, es lo que los independentistas llevan haciendo desde hace muchos meses, al menos, desde noviembre de 2014, cuyo resultado final ha sido el suicidio de la razón, en dos tiempos: el primero, al perpetrar el intento de golpe de Estado, y el segundo, ahora, tras las elecciones del pasado jueves, donde la mayoría independentista en escaños -que obtuvieron pese a ser minoría en votos-, va a remachar los clavos del ataúd que los separatistas han fabricado para la sociedad y economía catalanas al son de las delirantes promesas de un paraíso independentista, dentro de ese mencionado suicidio narcisista, con su bien preparada coreografía de amarillo, desde los prófugos de la justicia, hasta los encarcelados por el intento de golpe de Estado, pasando por los candidatos independentistas que dieron la rueda de prensa tras el recuento de votos.

Ese suicidio de los independentistas asesina la prosperidad de Cataluña, el trabajo de muchísimos catalanes y la convivencia de toda la región. Los efectos no los percibirán sólo los separatistas, donde se encierran generaciones adoctrinadas por el odio a España inculcado por los secesionistas, sino que también lo padecerá la mayoría de catalanes, que no quiere el independentismo, que se siente español, como ha demostrado ganando en votos el constitucionalismo al independentismo, y ganando también, por primera vez en escaños, un partido constitucionalista, en este caso, Ciudadanos, las elecciones regionales catalanas.

Dicho suicidio de la razón llevado a cabo por los independentistas, ha expulsado de Cataluña, a lo largo de todo el período que ha durado este lamentable espectáculo que los separatistas han montado, a las principales empresas que estaban radicadas en Cataluña. Si han salido empresas que suman más del 30% del PIB catalán, que concentran buena parte del empleo, y que son imprescindibles para la prosperidad, con un nuevo gobierno separatista no sólo no volverán, sino que se irán más, de manera que, desgraciadamente, el desempleo puede volverse masivo y el empobrecimiento de Cataluña puede ser un hecho irreversible. Cataluña no se merece eso, ni la inmensa mayoría de catalanes, que quiere vivir en concordia con el conjunto de España, de la que forman parte, y trabajar y vivir con tranquilidad. Ojalá los independentistas depusiesen su actitud que tanto está maltratando a la convivencia y bienestar de Cataluña y del conjunto de España, pero soy muy pesimista al respecto. En cualquier caso, la Ley y los poderes del Estado habrán de impedir que vuelva a repetirse un intento de golpe de Estado y que se quiera volar la Constitución. Confiemos, al menos, en esto último. Feliz Navidad a todos los lectores.