El silencio dispara la sospecha
La sucesión de hechos sobre las malas prácticas del PSOE valenciano hacen insostenible el silencio de Pedro Sánchez. Por mucho que sus socios nacionalistas, independentistas y populistas hayan evitado su comparencia en el Congreso —algún rédito buscarán a costa de todos los españoles—, la credibilidad del presidente del Gobierno y su partido pasa por dar explicaciones claras sobre las actividades opacas que han caracterizado al PSPV-PSOE. En el inagotable catálogo de acciones sospechosas, lo último es la publicación de una auditoría que revela que la ministra de Sanidad, Carmen Montón, pagó 24,5 millones de euros sin contratos cuando era consellera del mismo sector en la Generalitat Valenciana.
Si ésa es la ejemplaridad que argumentaba el PSOE como motivo para su moción de censura, entonces los socialistas no deberían estar ni en el Gobierno de España ni en el valenciano. Resulta llamativa la doble vara de medir que desempeñan. Apoyados por Compromís, hicieron casus belli de cada caso del Partido Popular en la comunidad autónoma cuando estaban en la oposición. Hasta el punto de ponerlos como paradigma de lo que nunca harían como dirigentes políticos. Una vez llegados al poder, tanto ellos como el PSOE nacional utilizan la callada por respuesta en un asunto con demasiados interrogantes sin resolver. La presencia de la propia Carmen Montón en el Ejecutivo llama poderosamente la atención.
Al margen de esta auditoría, que revela la nula existencia de los principios fundamentales exigibles en la contratación pública, Carmen Montón enchufó a 23 amigos y familiares durante su actividad autonómica. Entre ellos, a su propio marido, que tuvo que dimitir a los tres días. A pesar de semejante currículo, y de desviar pacientes a hospitales de una empresa acusada de financiar al PSOE valenciano, Montón ostenta una cartera ministerial. Ver para creer. Especialmente cuando el propio Pedro Sánchez dijo en la moción contra Mariano Rajoy que «no hay mayor inestabilidad que la que emana de la corrupción». Si los socialistas no tienen nada que esconder, no deben tener miedo de dar explicaciones y disipar cualquier duda. De lo contrario —como estamos viendo desde que se hicieran cargo del Ejecutivo— la inestabilidad carcomerá hasta el cimiento más sólido de España. Las consecuencias, como siempre, las pagarán los ciudadanos.
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