Opinión

Sí a los desaforamientos, no a las cortinas de humo

Eliminar los aforamientos, tal y como ha anunciado Pedro Sánchez en la Casa de América de Madrid, resulta una medida acertada. Es un mecanismo efectivo para regenerar la realidad política y jurídica de España. No obstante, este anuncio inesperado no puede servir de cortina de humo para tapar las irregularidades sin resolver a propósito de la tesis doctoral del presidente del Gobierno. Tampoco puede devenir en una excusa propiciatoria para que el cambio exprés de nuestra Carta Magna en sólo 60 días —plazo dado por el propio Pedro Sánchez— sirva para que nacionalistas e independentistas consigan más prebendas. Algo en lo que debe estar muy vigilante el Partido Popular, cuyo apoyo —Sánchez necesita 3/5 partes del Congreso— es imprescindible para aprobar el que sería el tercer cambio de la Constitución en sus 40 años de vida.

Sánchez ha apelado a la «altura de miras» del resto de grupos políticos, también a la «ejemplaridad». Bien haría el jefe del Ejecutivo en practicar con el ejemplo, algo de lo que no puede presumir con todo el tema de su doctorado. Por otra parte, hay que admitir que el final de los aforamientos es más que necesario. España debe situarse al nivel de las mejores democracias internacionales. Países con tanta tradición en esta forma de gobierno como Reino Unido, Alemania o Estados Unidos carecen de aforados. En países vecinos como Portugal o Itala, el único aforado es el presidente de la República. Mientras que en Francia, por su parte, sólo cuentan con esta ventaja el presidente, el primer ministro y su equipo de Gobierno.

Si bien es recomendable que el Rey y el jefe del Ejecutivo mantengan esta condición, España debe deshacerse de los 250.000 aforados existentes entre Familia Real, jueces, fiscales, cargos políticos y miembros de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado. Una cifra que, a modo de lastre, se da de bruces con el artículo 14 de la Constitución: «Todos los españoles somos iguales ante la ley». Por lo tanto, esta reforma que ya trató de lanzar Ciudadanos debería contar con el apoyo de todas las fuerzas políticas. No obstante, Pedro Sánchez haría bien en no utilizarla para atenuar la realidad que lo atenaza por sus propias irresponsabilidades. Cualquier otra intención sería un nuevo farol político que tendría un rápido efecto bumerán.