Opinión

Sánchez y Puente convierten las Cercanías de Madrid en un peligro público

El descarrilamiento de un tren de Cercanías en las proximidades de la madrileña estación de Atocha – el tercero en quince días- es el retrato más fiel de la desidia y la incapacidad en la gestión del Gobierno de Pedro Sánchez. Que algo tan grave como un descarrilamiento se haya convertido en una constante demuestra que el Ministerio de Transportes y de Movilidad del ministro Oscar Puente sólo tiene de movilidad el nombre, porque estadísticamente tres descarrilamientos en quince días conduce a un diagnóstico concluyente: estamos ante una gestión ya no sólo inaceptable, sino peligrosa. En una amenaza para los madrileños. Isabel Díaz Ayuso, como es lógico, ha pedido explicaciones a Puente, pero se conoce que haciendo honor a su apellido el ministro se ha ido de puente. Detrás de los accidentes está la falta de inversión de un Gobierno que solo tiene recursos para las Cercanías -Rodalies- catalanas. A Madrid, ni agua.

Se trata de dejar a la Comunidad de Madrid en vía muerta, abandonada a su suerte, tirada en el andén de la más absoluta desidia. Lo que está ocurriendo es fruto de la actitud negligente de un Ejecutivo que ha decidido castigar a Ayuso pegándole una patada en el trasero de los madrileños. Lo ocurrido no puede ser fruto del azar o del destino, sino la consecuencia lógica de la decisión de Pedro Sánchez de cerrarle el grifo a Madrid. La falta de inversión en medios e infraestructuras y la escasez presupuestaria en las labores de mantenimiento en las Cercanías madrileñas han llegado a una situación límite. Tres descarrilamientos y ni una sola explicación convincente resulta inadmisible. Que este Gobierno no es un prodigio de gestión es evidente, tanto como que su afán de castigar a Ayuso ha pasado de castaño a oscuro. El problema es que el castigo se les ha ido de las manos y lo de Cercanías ya se ha convertido en un peligro público