Opinión

Sánchez llama «algoritmo» a lo que es pura censura

Este Gobierno tiene una desfachatez inaudita: lo que es pura y dura censura -controlar la información en las redes sociales- lo vende como si fuera un instrumento valioso para «determinar la percepción de los hechos políticos». Los dos partidos del Gobierno -PSOE y Sumar- han registrado dos proposiciones no de ley que tienen entre sus fines imponer algoritmos que detecten y limiten la propagación de contenidos falsos, con especial atención a la juventud.

«Reforzar la interlocución con las principales plataformas de redes sociales para el desarrollo de algoritmos más eficaces en la detección y limitación de la desinformación, prestando especial atención al contenido dirigido a la juventud», proponen desde el partido de Pedro Sánchez. Y lo justifica con el argumento de que quieren «continuar desarrollando mecanismos regulatorios, en colaboración con nuestros socios de la Unión Europea, para garantizar que las plataformas digitales cumplan con sus obligaciones de verificación de información».

Hace falta ser desahogado, porque los algoritmos a los que se refiere el Ejecutivo se convierten en instrumentos para limitar la acción de los medios que consideren hostiles, primando a los que le bailan el agua. Dice el PSOE que «las personas adolescentes y jóvenes adultas son más propensas a creer y compartir información falsa, en gran medida debido a la falta de formación en verificación de noticias y al impacto de los algoritmos, que priorizan el contenido emocional o sensacionalista. Este fenómeno afecta tanto a la percepción de hechos políticos y sociales como a la confianza en las instituciones democráticas, y ha contribuido a una creciente polarización social».

Más claro, agua: con la excusa de que los jóvenes son incapaces de distinguir la verdad de la mentira (hace falta tener cara), el Gobierno redirigirá a conveniencia hacia las páginas cuyos contenidos le sean favorables, obstaculizando el acceso a los medios críticos. Sus algoritmos son una forma de censura encubierta, pero censura al fin y al cabo.