Opinión

Con Sánchez golpear a un perro tiene más castigo que apalizar a un guardia civil

Para entender cómo es posible que una juez canaria haya condenado a seis personas al pago de una multa pírrica de 100 euros y seis meses de cárcel por pegar una paliza a dos agentes de la Guardia Civil -uno de ellos quedó inconsciente y tuvo que pasar tres días en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) «con riesgo de muerte»- hay que calibrar el actual contexto político y las medidas de un Gobierno que ha decidido que quienes se saltan la ley tengan más garantías que los encargados de velar por el cumplimiento de la misma.

Resulta evidente que los agentes de la Benemérita han visto cómo su autoridad ha sido cuestionada hasta el punto de que entre los socios de Gobierno de Pedro Sánchez ha habido más de un caso en el que cargos de la izquierda radical se han liado a patadas contra los miembros de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad. El sanchismo ha logrado que un okupa o un agresor de un guardia civil esté más protegido que los propios agentes.

En este caso, uno de los guardias civiles, que tuvo que ser sacado del lugar de los hechos por el compañero con el que se había desplazado al emplazamiento en el que fueron atacados, estuvo a punto de perder la vida y tuvo que someterse a varias operaciones quirúrgicas a consecuencia de los golpes. Pues bien: 100 euros de multa y seis meses de cárcel ha sido el castigo que le ha impuesto la juez a los agresores, cuando el miserable acto de golpear a un perro causándole lesiones, por ejemplo, lleva aparejada una pena de prisión de 3 a 18 meses de cárcel.

Los hechos ocurrieron el pasado 22 de julio de 2017 en el municipio de La Santa, en la isla canaria de Lanzarote. Dos agentes acudieron a un local desde el que se había dado un aviso de violencia de género. Al llegar, 12 hombres atacaron por sorpresa a los guardias civiles. Los agresores propinaron a ambos una brutal paliza y uno de ellos se llevó la peor parte: quedó inconsciente y tuvo que ser arrastrado por su compañero fuera de la turba que les atacaba. El agente tuvo que hacer frente a varias intervenciones quirúrgicas tras terminar con golpes en la cabeza, fractura del tabique nasal y magulladuras. Lo dicho, un delincuente está más protegido que un guardia civil.