Sánchez, ciego, sordo y mudo
Una periodista chilena ha puesto el dedo en la llaga: tras 18 días escondido, el presidente del Gobierno en funciones ha comparecido en rueda de prensa para, parapetado tras la cumbre del Clima, dignarse a contestar sólo dos preguntas de los periodistas, acordadas previamente por los informadores españoles. Ningún periodista internacional pudo preguntar al jefe del Ejecutivo, lo que provocó la lógica indignación de la profesional chilena.
En realidad, lo que ha hecho Pedro Sánchez tras el 10-N está marcado por el más absoluto oscurantismo. Llegó un acuerdo de Gobierno con Podemos que quedó recogido en medio folio inflado de vaguedades y desapareció después a los ojos de los españoles en un momento crítico para los intereses nacionales. Las negociaciones con los separatistas catalanes vienen definidas por el mismo patrón: el destino de España se decide en reuniones sin luz ni taquígrafos, como si lo que estuviera en juego fuera materia reservada y a los ciudadanos que acudieron a las urnas se les tratara como convidados de piedra, súbditos de un político que les trata como mera mercancía.
La democracia ha sido silenciada por orden de un presidente del Gobierno que ha ordenado un apagón informativo para poder maniobrar en la sombra. ¿Es normal que España afronte sus horas más críticas sin que Pedro Sánchez, que durante la campaña electoral no había día que no estuviera en un plató de televisión, haya decidido quitarse del medio? ¿Es normal que en estos momentos decisivos para el futuro de España, Pedro Sánchez haya impuesto a los españoles tan férreo cerrojo informativo? ¿Pero quién se cree que es el presidente en funciones para privar a la opinión pública de su derecho a conocer cuál es el futuro que le espera en virtud de las negociaciones que está manteniendo con los populistas radicales y los separatistas de ERC?
Pedro Sánchez llevaba 18 días sin comparecer ante la Prensa. Entre medias, la sentencia de los ERE que condenó a dos presidentes del PSOE, y las negociaciones con los separatistas para intentar salvar su investidura. No es de extrañar que una periodista chilena le haya dicho a la cara que España es diferente, porque en ningún sitio se ha encontrado con un presidente de Gobierno que haya decidido cerrar a cal y canto los cauces de comunicación para dejar la democracia a oscuras.
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