Sánchez acierta esta vez al decir no al Gobierno podemita dentro del Gobierno
El fracaso de Sánchez en su investidura evidencia, al menos, dos cosas: lo pírrico que a día de hoy resultan sus 123 diputados y el enorme potencial de destrucción que contiene Podemos dentro de sí. La actitud maximalista que en todo momento ha mantenido Iglesias es un reflejo de su concepción nihilista de la política; o el todo o la nada; o saciar su voluntad de poder o llevar el país al colapso. Da la impresión de que al final de la negociación Sánchez ha entrevisto el verdadero rostro de los morados, y ha respirado con alivio. Más de un alto cargo del Gobierno en funciones debe haber pensando que casi mejor repetir elecciones que conformar un Ejecutivo con semejante bomba de relojería dentro.
Ahora viene septiembre, el segundo asalto. Tendremos, en primer lugar, la pelea por el relato. Los dos líderes de la izquierda tratarán de echarse la culpa mutuamente del fracaso. Sánchez acusará a Iglesias de irresponsable, e Iglesias lo acusará de cualquier cosa: de entreguismo al Ibex, de incapacidad para soñar, de traidor a su conciencia de clase, y así. Si finalmente hay otros comicios, habrá que ver cuál es la corriente dominante entre sus masas de votantes. El pragmatismo beneficia al PSOE; el mesianismo, obviamente, a Podemos; y el desencanto –factor a tener en cuenta–, al centroderecha. Casado, Rivera y Abascal podrían tener aquí una oportunidad interesante, si jugaran sus cartas de forma coordinada.
A finales de septiembre, comienzos de octubre, también ocurrirá un imponderable: el dictamen del juicio del procés. ¿Cuál será la reacción de Torra y Puigdemont ante una sentencia que se avecina dura? ¿Tendrá que promulgar Sánchez un nuevo 155 como presidente en funciones? Ante semejante tesitura, ¿qué harán Partido Popular y Ciudadanos? ¿Abstenerse para que Sánchez pueda hacer frente sin ataduras a semejante reto? Si los golpistas redoblan su amenaza –“Ho tornarem a fer”, Òmnium dixit– y tenemos elecciones, la gravedad de todo lo que estaría en juego podría servir de acicate para montar la plataforma de España Suma que tanta falta hace. En cuanto a Iglesias, el surgimiento de un bloque constitucional frente al secesionismo podría servirle de revitalizador electoral. Comandar las huestes ibéricas de la anarquía es un papel donde está en su salsa.
En los próximos tres meses lo único seguro en España a nivel político será la inseguridad. Feliz verano.
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