Opinión

Sánchez se abraza a Otegi

La espiral de indignidad de Pedro Sánchez ha tocado fondo. No era suficiente con mentir a los españoles y atrincherarse en la Moncloa. No bastaba con permitir las embajadas de Torra en el extranjero o con claudicar ante los separatistas prometiéndoles un “mediador”. Y tampoco se
conformaba con regalar al PNV otro cuponazo injusto para el resto de los españoles.

No, Sánchez no tiene límite con tal de retener el poder. Por eso, en la última demostración de su catadura moral, se ha abrazado a Arnaldo Otegi y ha elegido a Bildu como aliado preferente de su campaña electoral. El partido de los herederos de ETA, la marca de los abertzales, es la que presta sus votos para que el sanchismo apruebe sus decretazos electorales y siga vivo un día más. Y el PSOE lo acepta sin rubor, anteponiendo sus intereses a los de España y a Otegi frente a las víctimas.

Décadas negras y dolorosas hemos vivido bajo el yugo asesino de ETA. Terroristas sin escrúpulos nos han golpeado a base de extorsiones, secuestros y matanzas de políticos, miembros de las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado y, sobre todo, civiles. Hace nueve años de aquel “alto el fuego permanente verificable”, pero hace menos, solo dos años, de otro anuncio, el de su supuesto desarme definitivo. Repito: solo dos años; un suspiro tras más de 40 de horror.

Muchos se sorprenden cuando les refresco este dato. Lo vuelvo a recordar hoy, porque parece que Pedro Sánchez se le borran datos con mucha facilidad. España no puede seguir soportando que Arnaldo Otegi presuma, con cierto tono de mofa, de que Sánchez le llama insistentemente para sostener el viaje a ninguna parte de este gobierno Frankenstein. ¿En qué cabeza cabe que los patrocinadores del terror sean ahora la herramienta del sanchismo? ¿Cuántas veces más va a humillar a las víctimas y a sus familias? Cuando Pedro Sánchez descuelga el teléfono para llamar a los herederos de los asesinos, yo pienso en Ernest Lluch, Fernando Múgica, Juan María Jáuregui o Fernando Buesa. Si esto no es un escándalo, que paren el mundo que yo me bajo.