Opinión

Ruiz Escudero, el hombre tranquilo

En 1952, John Ford dirigió una magistral película, titulada ‘El hombre tranquilo’ (‘The Quiet Man’, en su versión original en inglés). En ella, John Wayne representaba a un estadounidense de origen irlandés que, tras algunos contratiempos en Estados Unidos, regresa a su Irlanda natal. Este hombre tranquilo, pacífico, de buenas maneras, guarda una visión idílica de Irlanda, donde quiere comprar una casa y unos terrenos.

Sin embargo, pronto se da cuenta Sean Thornton (el personaje al que da vida Wayne) de que ni Irlanda es tan idílica como él imaginaba, ni la vecindad es buena, pues le ponen problemas para comprar los terrenos y establecerse, hasta el punto, incluso, de querer impedirle que se case con la mujer de la que se enamora, pues el matón que le pone obstáculos para instalarse en Irlanda es también el hermano de dicha mujer, que llega a pegar a Wayne, sin que éste responda, hasta que ya llega un momento en el que no le queda más remedio que defenderse ante tanta agresión.

Salvando las distancias de argumento y protagonistas, actualmente tenemos en la política nacional y madrileña a otro hombre tranquilo, a una buena persona, como es Enrique Ruiz Escudero, el consejero de Sanidad de la Comunidad de Madrid, que es la persona designada por Isabel Díaz Ayuso para gestionar la crisis de la pandemia en Madrid, en el margen de sus competencias.

Médico de profesión, e hijo y hermano de médicos también, el Dr. Ruiz Escudero no ha tenido que volver ni a Irlanda ni a España, como Wayne en la película, pero sí que en 2017, tras desempeñar otros cargos políticos, ocupó el de máximo responsable de la sanidad madrileña, en el que se mantiene, de forma que era una manera de volver de cerca a su profesión sanitaria, aunque fuese desde la gestión, desde la máxima responsabilidad en la gestión.

Como Wayne, Ruiz Escudero ha podido ver que no hay una realidad idílica en la misma -como en ninguna profesión-, pues en esta pandemia ha tenido que lidiar con muchas deslealtades en unos momentos muy complicados. Así, nada más estallar la crisis sanitaria y tras adoptar las medidas más tempranas de cualquier región, tuvo que soportar el ataque del entonces consejero de Asuntos Sociales, perteneciente a Ciudadanos, en un claro acto de deslealtad hacia un compañero de Gobierno como era el consejero de Sanidad. Del mismo modo, si en la película Wayne quería comprar unos terrenos para establecerse y le ponían trabas sin que nada le reportase al matón que quería impedírselo, a Ruiz Escudero y al Gobierno de Ayuso el Ejecutivo de Sánchez les puso todos los obstáculos del mundo para poder comprar el material necesario entonces, sin que el Gobierno de la nación hiciese nada para proveer a las regiones de dicho material que no dejaba comprar.

Del mismo modo, todas las medidas que adoptaba la sanidad madrileña trataban de ser torpedeadas por el ministerio de Sanidad, hasta el punto de que el Gobierno de la nación llegó a intervenir Madrid en materia restrictiva a la movilidad de los ciudadanos, porque no aceptaba que las medidas que Ayuso aplicaba, una mezcla de prudencia y mantenimiento de la actividad económica, fuesen mejores.

De esa forma, y a lo largo de este año largo que llevamos en esta situación, los ataques que ha sufrido la Comunidad de Madrid por parte del Gobierno de Sánchez, un ataque descarnado contra Isabel Díaz Ayuso y su representante en Sanidad, Enrique Ruiz Escudero, son innumerables, pese a que a nivel nacional han tenido que ir reconociendo, poco a poco y sin decirlo, que las medidas de Madrid son las más eficientes de las aplicadas.

Escudero ha defendido en cada consejo interterritorial de salud la posición de Madrid, las medidas por zonas básicas, el equilibrio entre prudencia sanitaria y actividad económica, pese a, como digo, no dejar de ver cómo el Gobierno de Sánchez atacaba a la Comunidad de Madrid y a su presidenta. A todo ello, ha respondido, batallado y replicado, con argumentos, este hombre tranquilo que es el consejero de Sanidad madrileño. Con templanza, pero con determinación. Con cansancio, pero con claridad. Con indignación por el ataque injustificado, basado sólo en razones políticas, no técnicas, pero con firmeza.

Conozco a Enrique Ruiz Escudero desde hace años. Los dos compartimos en el pasado, hace unos años, muchas horas de trabajo. Yo, que particularmente sigo pensando que las restricciones sanitarias son muy elevadas, incluso las madrileñas, sé también que si Enrique las ha propuesto es porque las ha sopesado y cree que es lo mejor que se puede hacer. Hay que tener en cuenta también que, probablemente, si Madrid hubiese sido todavía algo más flexible, Sánchez habría sido capaz de intervenirla, como ya hizo en otoño, e imponer medidas mucho peores, de manera que a buen seguro que eso habrá pesado en la decisión de Ayuso y Escudero y habrán optado por este segundo óptimo, que al menos les permite a los hosteleros mantener un nivel relativo de actividad como para poder trabajar y salir adelante, que les mantiene con esperanza de recuperarse. En cualquier caso, si, pese a todo, en alguna medida se hubiese equivocado -todos somos humanos- no habría sido por falta de trabajo y de estudio, pues el actual consejero de Sanidad no da un paso sin un profundo análisis previo.

Este hombre tranquilo, que también lo es trabajador, constante y riguroso, es, además de educado y de un señor, una bellísima persona. Doy fe de ello en los años que lo conozco, y un colega bancario mío, de distintas instituciones y/o entidades financieras, Javier Guzmán, me lo ha corroborado siempre, puesto que conoce a Enrique desde la infancia.

Tuve la oportunidad de que Ruiz Escudero acudiese este diciembre pasado a la Universidad Francisco de Vitoria para, dentro de un seminario sobre distintos aspectos del impacto del coronavirus -transporte, sanitario, educativo, económico y presupuestario- hablase sobre la experiencia sanitaria. Allí, narró a los alumnos su experiencia, intensa, de servicio para combatir la crisis pandémica. En el turno de preguntas, uno de los alumnos le preguntó qué había sentido estos meses al llegar a casa tras la lucha diaria contra la enfermedad, y Enrique se emocionó al recordar el apoyo de su familia. He ahí un hombre bueno.

Ruiz Escudero, el hombre tranquilo, ha sido recompensado por la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, con el mejor de los puestos en la lista de su candidatura electoral, el que la escolta en la misma, con el número dos. Es un justo premio. Escudero en la parte sanitaria, como Ossorio en la educativa, Lasquetty en la presupuestaria o López en la de emergencias, han sido los principales pilares de su Ejecutivo -por el ámbito de sus competencias- en los que la presidenta madrileña ha podido apoyarse para combatir la pandemia -sin olvidar al resto de sus consejeros, todos ellos justamente premiados, por su ardua labor, con un puesto entre los primeros diez de la lista-en medio, en muchas ocasiones, de muchas deslealtades de sus antiguos socios naranjas. Cualquiera de ellos habría podido ser merecedor de ese puesto, con lo que el que recaiga en uno de ellos, en este caso en Ruiz Escudero, es de justicia.

Ayuso confió en Ruiz Escudero y, con el apoyo de sus compañeros de gabinete, se hizo posible levantar en menos de un día el hospital de campaña de Ifema, construir después en pocos meses el Zendal, hacer el seguimiento, con el impulso de la consejería de Medio Ambiente, de las aguas residuales del Canal de Isabel II para la detección temprana de los contagios de coronavirus a través de sistema Vigía, realizar test masivos, impulsar los mismos en las farmacias, distribuir mascarillas gratuitas a los mayores dentro de la receta electrónica y combinar, como ya he dicho, prudencia con mantenimiento de la actividad económica. Gran acierto el de Ayuso, que confió a este hombre tranquilo la gestión más difícil que ha tenido la sanidad madrileña en su ámbito competencial, que ha marcado un ejemplo para el resto de España, ya que aunque la critiquen por razones políticas, después copian sus medidas. Acierto, por ello, de Ayuso, y gratitud no sólo a ella, sino también a Enrique Ruiz Escudero y la más sincera enhorabuena del triunfo, en medio del desorden generado por el Gobierno de la nación en la gestión de la pandemia, del rigor, maneras y resultados de este hombre tranquilo, Enrique Ruiz Escudero, una bella persona.