Opinión

Robar banderas a la izquierda es estúpido

Por algún extraño motivo que ojalá no lograra comprender, gran parte de la derecha política y mediática se avergüenza de sus ideas. O mejor dicho, asume que son peores que las de enfrente. Hay personas que votan, o incluso militan y son cargos públicos del PP o Vox repudiando con cada poro de su cuerpo lo que representan sus partidos.

Hay conservadores que creen que el patrimonio del bien es una cuestión progresista, e incluso que nuestras preocupaciones son frivolidades en comparación con lo que ocupa a los demás. Gente que está convencida de la urgencia de defender una España fuerte y unida, pero que aun así, asume que éste es un asunto filosófico menor frente a la importancia de convencer a los jóvenes de la preocupación intrínseca de la derecha por el ecologismo y el feminismo.

La derecha tiene sus propias banderas, y son más importantes que las de la izquierda. Nosotros creemos en la libertad del individuo frente a los sátrapas totalitarios, se llamen estos Carles Puigdemont o Ministerio de Hacienda. Creemos en la igualdad de oportunidades, que es lo diametralmente opuesto a la igualdad de resultados: que nacer en un contexto u otro sea cada vez menos determinante para alcanzar el éxito y el único factor que influya sea el mérito. Precisamente, por eso creemos en la meritocracia, y sabemos que el esfuerzo debe tener recompensa y la excelencia debe ser premiada. Creemos en la unidad de España porque nos sentimos orgullosos de ser parte de la nación más poderosa de la Historia, de la que más ha aportado a la civilización y la que ha conculcado las gestas más heroicas.

La izquierda, en cambio, tiene otras banderas. Creen que el mal llamado bien común justifica limitar la libertad del individuo (lo que en cristiano llamaríamos prohibirlo todo) en pos de conseguir algo que, en teoría, beneficia al colectivo. Creen que el feminismo, el ecologismo o incluso el identitarismo de raza son temas que parten de un agravio histórico hacia la postura que hoy es mayoritaria (es decir, que, según ellos, antes eran todos machistas, antes todos contaminaban y antes todos eran racistas) y ello conlleva que se compense la injusticia histórica por una cuestión de justicia moral: que paguen los chicos del mañana por las palizas de los maltratadores del pasado, que lo merecen por tener el pecado original de haber nacido hombres.

La izquierda cree que restringir es la única forma de cumplir, y por eso frente al cambio climático te prohíben el coche, frente al machismo de antaño impone cuotas presentes y frente a ser orgullosamente español proponen medidas de desespañolización de los territorios que, precisamente, más necesitarían su españolización.

La izquierda agita una serie de banderas propias que son legítimas, pero que son peores que las de la derecha. Frente a colectivismo, igualitarismo y federalismo; individualismo, libertad y España. Es incomparable.
Por eso en este tema la derecha contemporánea es estúpida. Intentar robar banderas a la izquierda supone legitimar que los temas correctos a debatir son los suyos.

El objetivo de la derecha no puede ser jugar a ser mejor izquierda que la izquierda, sino convencer a los españoles de que las banderas propias son las importantes. No se trata de ganar el debate sobre quién es más ecologista en el espectro político, sino de argumentar por qué ceder ante Puigdemont es una traición nacional imperdonable. Que el debate nacional orbite alrededor de nuestros asuntos importantes y no se enrede en sus temas clave.

Esto, el robo de banderas y la asunción del marco del contrario, es precisamente lo que explica el éxito del 28 de mayo y el fracaso del 23 de julio: en autonómicas se debatía de nuestros temas (cesión a los independentistas, Sanchismo y desmembramiento del Estado) y en nacionales sólo se habló de los suyos (Vox y machismo).

Aunque resulte extremadamente sorprendente, aquí va el consejo que nadie me ha pedido para el futuro de la derecha: el objetivo no es que el PP o VOX se adapten a la corriente mayoritaria de pensamiento de los españoles, sino que la corriente mayoritaria de pensamiento de los españoles sea aquello que PP o VOX planteen. En otras palabras: dejen de ser más sanchistas que Sánchez que ya estamos en el abismo por su culpa.