El reto de la Política Monetaria
El Banco Central Europeo (BCE) anunció, a finales del pasado mes, el inicio de la retirada de los estímulos financieros, su Quantitative Easing (QE), que inició en 2012 al ritmo de 60.000 millones de euros mensuales, como inyección de liquidez para tratar entonces de que fluyese el crédito en la economía y se alejase la inflación de cifras negativas, para tratar de que no desembocase en una temible deflación. Ahora que las cifras de inflación van siendo positivas y que se acercan al objetivo de precios del BCE, fijado en el 2%, Mario Draghi ha comunicado que comenzará a no inyectar tanta liquidez a partir de 2018.
De hecho, dicha medida se ha alargado en el tiempo, pues inicialmente estaba prevista que llegase hasta 2017, con posibilidades de ir prorrogándola. Ahora, no retira la medida completamente, pero sí que reduce a la mitad su intensidad, pues la inyección mensual en la economía se quedará en 30.000 millones de euros. Todo ello acompañado de la advertencia de que podría revertirse la medida e incrementar, de nuevo, la inyección de liquidez si las circunstancias lo aconsejasen.
Con la Reserva Federal iniciando una Política Monetaria menos laxa, el BCE se enfrenta al reto de retirar los estímulos sin que ello suponga una merma en la marcha económica. La inundación de liquidez que tuvo el mercado en su momento conlleva la complicada tarea de retirar dicha liquidez ahora, cosa que no es sencilla. Por ello, el BCE debe tener sumo cuidado en la forma en la que habrá de hacerlo. Por supuesto que los estímulos hay que retirarlos, porque una Política Monetaria tan expansiva puede conllevar elevados riesgos en el medio y en el largo plazo, pero una vez que el BCE la aplicó en el pasado y todavía la mantiene, debe ser muy ortodoxo a la hora de retirarla.
La Política Monetaria es una de las principales herramientas de política económica, sin duda. Su fuerza y potencia es muy elevada, de manera que sus efectos también lo son. Por eso hay que extremar el cuidado en las medidas que se adopten, máxime en la Unión Europea, cuando las políticas fiscales de los miembros de la zona euro son nacionales y la Política Monetaria es común para todos ellos. De ahí, una vez más, el necesario cumplimiento de todos los países de los criterios de convergencia y de los objetivos de estabilidad presupuestaria, para que no se generen distorsiones no deseadas.
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