Opinión

Réquiem por Laura Borràs

  • Xavier Rius
  • Periodista y cofundador del diario E-notícies. He sido redactor en La Vanguardia y jefe de sección del diario El Mundo. Escribo sobre política catalana.

La defenestración de Laura Borràs confirma la primera ley de la política: la revolución devora a sus hijos. Ya pasó con la Revolución Francesa. Y sus hijos más ilustres del Terror: Robespierre, Danton, Marat. Es ley de vida.

En este caso no ha habido ni sangre ni guillotina. Pero Borràs dejará de ser presidenta de Junts por decisión del dueño. Carles Puigdemont ha recordado que «aquí mando yo». Y ha decidido asumir el cargo en el próximo congreso del partido.

Demuestra así que, como Pedro Sánchez, es también inclinado a «cambios de opinión». Antes de las elecciones anunció que, si no ganaba, dejaba la política. Era un poco la manera de intentar atraer el voto indepe. Plantear los comicios como un plebiscito sobre su persona.

La jugada le salió mal. No solo no ganó, sino que además se ha quedado en terreno de nadie. Con la amnistía, encallada por decisión del Supremo. Por eso no quiere perder protagonismo. Para no acabar como el fantasma de Waterloo.

En cierta manera, como Comín, que tampoco le dejan asumir el escaño europeo hasta que jure la Constitución. Aunque este último tiene todavía más morro porque pidió que, por favor, le levantaran la orden de detención para poder ir a Madrid a jurar la Carta Magna. De algo tiene que vivir, el pobre. Nadie le ha hecho caso.

Las de Puigdemont y Sánchez son vidas paralelas. Como las de Plutarco. Incluso no descarto que, en los tiempos que corren, se hundan mutuamente.
El líder de Junts no es un político, sino un activista: funciona a salto de mata. Más táctico que estratega. Va poniendo parches.

A Laura Borràs le dio la alternativa el propio Carles Puigdemont. Como los toreros. Fue en un acto en Palau el 20 de abril del 2017.

Todos los altos cargos -creo que alguno se escaqueó- firmaron un documento en el que se comprometían a “organizar, convocar y celebrar” el referéndum. Era una manera de diluir las responsabilidades individuales de los consejeros del Govern.

Borràs, entonces directora de la Institución de las Letras Catalans (otro chiringuito de la Generalitat) fue la encargada de leer el manifiesto. Hasta entonces había sido una simple profesora universitaria en la órbita del catalanismo.

Fue su minuto de gloria. A partir de ahí su carrera se disparó. Fue quinta en la lista de Junts per Catalunya del 2017. Torra la nombró consejera de Cultura en mayo del 2018.

Una investigación judicial sobre fraccionamiento de contratos, con pruebas concluyentes, se cruzó su camino. Para retrasar la causa se fue a Madrid de cabeza de lista en las elecciones generales del 2019. Tuvieron que enviarla al Supremo.

Luego volvió a Barcelona para las autonómicas del 2021. Para ello se presentó a las primarias del partido y las ganó. Derrotó al otro candidato, el entonces consejero Damià Calvet. Votaron apenas unos 3.900 militantes, pero ella obtuvo más del 75% de los votos.

En marzo del 2021 fue, además, elegida presidenta del Parlament a pesar de las sospechas que se cernían sobre ella. Otra mancha para la institución.
Al final, como se sabe, fue condenada en marzo del 2023 -¡hace más de un año!- a cuatro años y medio de cárcel por falsedad y a nueve años de inhabilitación por prevaricación.

Sin embargo, no ha entrado en la cárcel. El propio tribunal pidió el indulto. Algo inusual, aunque desde luego legal. Lo que no entiendo es que, si no le han dado el indulto, no se haya ejecutado todavía la sentencia.

Por eso, el otro día me encontré por la calle a uno de sus colaboradores más cercanos:

– ¿Todavía estás en la Dipu?, le pregunté. (La Dipu es como se conoce coloquialmente a la Diputación de Barcelona).
-No, me vuelvo al sector privado.

Señal inequívoca, pensé, de que el borrasismo como filosofía política -si nunca ha existido- va de baja.

Pero como también me dijo persona, en este caso un familiar: «No te preocupes. Siempre los colocan en un sitio u otro». A Borràs, en efecto, la nombrarán presidenta de la nueva fundación vinculada a Junts. Una jubilación dorada.