Opinión

Y el ratón se comió al gato

Los sueños, sueños son. Una veces se convierten en pesadillas y otras se hacen realidad. Girona fue el escenario de una de las primeras y la quimera de ganarle a un Barça menos intratable de lo que parecía, se quedó a las puertas de las dos ocasiones que tuvo en sus botas Larín, incapaz de definir por dos veces con toda la ventaja a su favor. Claro que, algo parecido le sucedió a Raphinha, con Rajkovic batido y también remató al cielo de Palma.

Por rotaciones o lecciones, vayan ustedes a saber, el Vasco tiró de guerreros. Hasta alineó a Antonio Sánchez, notable mientras estuvo entero, a quien había indicado que se buscara equipo hace tan solo un mes y medio. Pero a su inamovible defensa de cinco, añadió un segundo delantero, Abdón. Un matiz muy importante porque el de Artá, gol aparte, fue una importantísima ayuda para Muriqi cuando era preciso ejercer una presión arriba o, especialmente, intentar aprovechar el juego aéreo del kosovar en los balones directos. Así llegó el segundo gol.

Ni que decir tiene que la pelota estuvo casi siempre en poder del Barça. Marcar antes del descanso permitió al Mallorca recobrar fuerzas en relación a la resistencia exigida por un Barça que se fue a la carga cada vez que tuvo el marcador en contra, que fueron muchos minutos. Los de Xavi apretaron, pero no empezaron a hacer daño hasta que abrió juego a las bandas con las entradas de Lamal, decisivo, y el joven Fermín. Para entonces el Mallorca ya había perdido a Maffeo, por lesión y acabó sin Gio, agotado por el sacrificio de su duelo con Joao Felix. Ya saben, no hay alegría en casa del pobre donde, un empate merecido, se paga con el precio del infortunio, como sucedió con Raillo ante el Villarreal.

Jugar con dos arriba propició llegadas que, puntualmente, impidieron un mayor despliegue de un gato cuyas uñas amenazaron mucho, pero arañaron menos, tiro de Joao Felix al poste incluido. El ratón se escurrió por entre sus patas y, de hecho, puedo que no tuviera más ocasiones de gol, pero si las más claras. Lástima que a Larin le robaron el queso.