Opinión

¿Quiere el PSC la ley de la selva?

El PSC puede volver a ser importante en Cataluña tras las próximas elecciones autonómicas del 21 de diciembre. Según todas las encuestas, sería una de las formaciones que más subirían. No obstante, cualquier bandazo hacia la radicalidad puede condenar sus expectativas y reducirlas a la insignificancia. La formación que dirige Miquel Iceta no debe dar una de cal —cuando defiende el constitucionalismo— y otra de arena —como ha ocurrido a lo largo de este martes—, ya que dan la sensación de ser volubles y poco creíbles. Si los socialistas catalanes pretenden que las ofensas por religión se consideren «libertad crítica» y salgan gratis, estarán haciendo un flaco favor al respeto entre las distintas ideas de los ciudadanos. Modificar el artículo 525.1 del Código Penal (CP) que multa las ofensas «a los sentimientos de los miembros de una confesión religiosa» es contribuir a la ley de la selva. Sin ese paraguas legal, asaltos a una capilla católica —como el de Rita Maestre en la Complutense— no conllevarían ningún riesgo en forma de castigo. Una situación de vacío coercitivo que podría provocar que cada uno se tomara la justicia por su mano e hiciera del legítimo uso de la libertad individual un ejercicio de constante libertinaje. 

Acciones como la de Maestre, en grupo y de manera ofensiva e intimidante, deben estar recogidas en el Código Penal. Especialmente porque ese tipo de hechos siempre suele tener las mismas víctimas: los católicos. Otras confesiones no suelen verse afectadas por estas acciones —y si lo estuvieran, sería igual de condenable—, pero los católicos son objetivo continuo de los radicales. Especialmente ahora que una parte de la población española, afortunadamente cada vez menos, está influida por los mandatos del populismo exacerbado. Por mucho que el Estado sea aconfesional, no se puede obviar que existe una gran mayoría católica. Por lo tanto, eliminar ese artículo sería fomentar un enfrentamiento que se puede evitar. No se trata de blindar especialmente a nadie, sólo de proteger el respeto al que todos tenemos derecho como ciudadanos libres. Esperpentos como el de los Premios Ciudad de Barcelona, en el que un ‘Padrenuestro sexual’ dejó versos como «santificado sea vuestro coño, la epidural y la comadrona», son una ofensa sin sentido ni justificación como creación artística. Menos en un espacio público. 

Por eso debe existir una norma que regule este tipo de manifestaciones. La consideración y el respeto a los pensamientos del otro siempre hacen una sociedad mejor. El Partido Socialista de Cataluña tiene una ocasión histórica en los próximos comicios autonómicos, pero no debe equivocar su rumbo. La victoria está por la vía del constitucionalismo. Una buena actuación podría impulsar también al PSOE a nivel estatal. Por lo tanto, sería pertinente que pensaran bien su estrategia y se dejaran de extraños ramalazos de radicalidad que le quitan mucho más de lo que le ponen. No tiene sentido hacer de la «libertad crítica» un todo vale del mismo modo que no tiene sentido defender una independencia «estricta» en lengua, educación y cultura. El Partido Socialista es, ante todo, una gran formación nacional. Y si persevera en esa convicción, volverá por su fueros. Los primeros que deben recordarlo son los responsables de sus delegaciones regionales.