Opinión

¿Qué pinta Soros en este país?

Pedro Sánchez tiene una llamativa inclinación por las malas compañías. Si en la política nacional se ha aliado con independentistas, proetarras y comunistas para sostener su mandato, a nivel internacional está demasiado cerca de un hombre tan oscuro como George Soros. Resulta inquietante que el rey mundial de la especulación sea un consejero en la sombra del Gobierno de España. Los intereses de este húngaro de nacimiento —y estadounidense de bolsillo y fortuna— se ciernen sobre una de las causas que el PSOE ha convertido en bandera de su actividad: la inmigración. Con Soros y sus lobbies detrás del tema, lo único seguro es que no se trata de una causa noble. Hablamos de un tiburón de los negocios que no mueve un dedo si no hay un beneficio tangible para él y sus socios.

Poseedor de una fortuna de más de 26.000 millones de euros al menos hasta 2016 —después aseguró que donó gran parte— sus actividades económicas y empresariales han sido siempre una garantía de desestabilización para los países que ha tocado. Sin ir más lejos, Soros consiguió hundir la libra esterlina en 1992. Lo hizo en sólo 24 horas, tiempo en el que se propuso doblegar al Banco de Inglaterra y cuya acción especulativa llenó sus propios bolsillos con casi mil millones de dólares. Con tentáculos en todo el mundo gracias a la multitud de lobbies que maneja, la mirilla de sus intereses apunta ahora a España y Pedro Sánchez permite que los desarrolle a su antojo. De hecho, ya se reunió con él durante el pasado mes de junio en La Moncloa.

Ahora, uno de sus grupos de influencia —European Stability Initiative (ESI)— está detrás de las políticas de inmigración del Ejecutivo español. Medidas que, hasta el momento, no han hecho más que fomentar el caos en el sur de España y norte de África. El lobby de Soros pretende asentar campos de acogida en España para librar así a Alemania y Francia. Algo que iría en contra de la lógica, aquélla que indica que el problema ha de ser atajado por la acción conjunta de la Unión Europea. Cuando la especulación se cruza con la dignidad de las personas, el resultado nunca es bueno. Si encima está detrás alguien tan interesado como Soros, la conclusión puede ser dramática. Bien haría Sánchez en alejarse de una persona tan poco recomendable.