Opinión

¿Por qué el Magreb es el gran envite de Sánchez?

Los españoles no somos del todo conscientes del enorme desafío que supone la ruptura de relaciones diplomáticas entre Argelia y Marruecos para el normal funcionamiento de nuestra actividad económica y social. Todo empezó a finales de agosto cuando ambos países decidieron sacar a sus respectivos embajadores por la escalada de acusaciones y tensiones de los meses anteriores, especialmente tras el reconocimiento de los EEUU a Marruecos de la soberanía del Sáhara Occidental, territorio que Argelia nunca le ha reconocido a su país vecino. De hecho, Argelia actúa de protector del Frente Polisario, es decir, de aquellos que actúan como representantes de los saharauis.

La entrada furtiva en suelo español del máximo representante del Frente Polisario y protegido de Argelia, Brahim Ghali, investigada actualmente por la justicia española, implicó un gran momento de tensión entre Marruecos y España que supuso la llegada de miles de inmigrantes a Ceuta y el cese fulminante de la oprobiosa calamity, la exministra de Exteriores, González Laya. Pero además de ello, Brahim Ghali, tras su retorno a Argelia, volvió a llamar a la lucha contra Marruecos y Argelia anunció su decisión de no renovar el contrato del gasoducto Magreb-Europa que llega a España a través de su vecino marroquí con el fin de desabastecerle.

A todos nos resulta familiar el uso del gas como instrumento de coerción por parte de los grandes países productores. Ya lo hizo Rusia en 2009 por su disputa con Ucrania, país por el que transita una de las arterias fundamentales de gas, por el precio que había que pagar. En países como Bulgaria, donde las temperaturas llegan a caer hasta 15 grados bajo cero, se quedaron de un día para otro sin gas.

¿Puede pasar algo parecido en España? El Gobierno de Pedro Sánchez, tan acostumbrado a reaccionar tarde y mal ante los acontecimientos como se vio claro con el ejemplo de la pandemia de coronavirus, está obligado a anticiparse ante el inminente cierre del suministro que podría materializarse el próximo domingo si no hay un acuerdo de última hora, algo muy difícil de que ocurra porque la tensión, en lugar de ir desescalando  sube de temperatura semana tras semana.

La única conexión de gas directo entre Argelia y España pasa a través del Medgaz, un gasoducto submarino que une Orán y Almería. El problema de dicho conducto es que tiene una capacidad de transporte mucho menor que el de su homólogo magrebí. A ello hay que añadir un doble problema que dibuja un escenario de cuasi tormenta perfecta. Los meteorólogos han anunciado que vamos a vivir el invierno más frío de los últimos cinco años, lo que naturalmente implicará puntas de consumo de gas de récord y, por otro lado, el nivel de reservas de gas en España está bastante peor que en 2020, casi un 25% menos que el año anterior.

Dicen los expertos que, debido a los altos precios del combustible, las empresas de gas han tardado más en abastecer sus reservas esperando una caída de costes que nunca ha llegado. Tendría gracia si no estuviéramos hablando de un combustible de primera necesidad de millones de españoles que no pueden postergar encender o apagar el gas o la luz esperando que éste baje de tarifa como sí han venido haciendo las compañías.

Si tenemos en cuenta que Argelia abastece casi la mitad del gas que consumimos los españoles y más de la mitad del mismo circula por el gasoducto en peligro, está claro que tenemos un grave problema para suplir esa carencia.

Esa fue la razón que llevó esta semana a una delegación del Gobierno de Qatar a reunirse con las autoridades españolas del Ministerio de Exteriores. El titular del ministerio, José Manuel Albares, logró reunirse hace un mes con sus colegas argelinos, pero no ha conseguido hacerlo aún con los marroquíes. Esto ha llevado a que su departamento busque soluciones deprisa y corriendo ahora que amenaza la llegada del frío.

Qatar es uno de los grandes proveedores de gas licuado del mundo, pero está muy lejos de las contribuciones a España de otros países como Rusia y EEUU. El Gobierno de Sánchez necesita con urgencia 10.000 millones de metros cúbicos para evitar no sólo desabastecimientos, sino para evitar un estallido social tras las espitas de la pandemia, la crisis económica y la subida de los precios de la luz. Hacer de Qatar el otro gran proveedor de España podría acarrear nuevos problemas con Argelia, dado que el país qatarí es uno de los puntales de las reivindicaciones de Rabat sobre los territorios de la antigua colonia española del Sáhara Occidental. Una cosa sí es casi segura, la subida del precio del gas está a la vuelta de la esquina.