Opinión
AZUL Y ROSA | MI SEMANA EN OKDIARIO

El hijo del sha nunca volverá a Irán

  • Jaime Peñafiel
  • Periodista político y del corazón. Experto en noticias sobre la aristocracia y la familia real. Ex redactor jefe de la revista ¡Hola! y fundador del diario El Independendiente y La Revista. Escribo sobre la Casa Real.

Esta pasada semana el compañero Eduardo Álvarez publicaba en el periódico de mis amores y mis dolores un curioso artículo titulado: «El hijo del sha acaricia su eterno sueño».

Se refería al príncipe Reza Pahlavi, hijo y heredero del que fuera poderosísimo emperador de Irán y Farah Diba, matrimonio con el que yo mantuve una gran relación. Soy de los pocos periodistas que tienen en su haber más de veinte viajes a Irán, la antigua Persia. Como reportero he sido testigo de todos los grandes acontecimientos que, a lo largo de más de cincuenta años (acabo de cumplir 93), se han producido en la que fuera corte de Mohamed Reza Pahlavi: su boda con Farah, el 21 de diciembre de 1959. («Estoy convencido –me decía el propio emperador– de que a un buen número de mis compatriotas les preocupaba la elección después de haberme divorciado de Soraya»); el nacimiento del príncipe heredero Reza, el 30 de octubre de 1960 («la llegada de Reza nos unió más aún»).

El compañero dedica su artículo especulando sobre un posible retorno de Reza a Teherán. También fui testigo de la coronación como emperadores, el 26 de octubre de 1963 («Fui a arrodillarme a los pies del rey y cuando hubo puesto la corona en mi cabeza, me pareció que acababa de consagrar a todas las mujeres iraníes»). Igualmente fui invitado a los polémicos actos de Persépolis con aquella cena de las mil y una noches, el 12 de septiembre de 1971, («En nombre de la emperatriz y en el mío propio –decía el rey– os doy la bienvenida a Irán con ocasión del 2.500 aniversario de nuestra monarquía»); y el derrocamiento del Sha, el 16 de enero de 1979 («El rey estaba agotado. Había tomado ya, firmemente, la decisión de marcharse, de abandonar el país. Fueron días de desgarro, de noches sin sueño»). Y el exilio por las Bahamas, Panamá, México, concretamente en Cuernavaca, donde yo le llevé a Farah –como he comentado en múltiples ocasiones– la famosa mantilla española que cubriría tanto dolor, no solamente con la muerte del sha en El Cairo, el 27 de julio de 1980, sino también en los suicidios de dos de sus cuatro hijos: Leila, el 27 de marzo 2001, en la soledad del hotel The Leonard de Londres («Embrutecida por el sufrimiento tuve que comunicárselo a mi hija Farahnaz, que perdió la cabeza y comenzó a aullar sollozando y si no te sobrepones de la muerte de un hijo, y tú lo sabes por experiencia, menos la de dos»). Ali Reza se suicidaba el 4 de enero de 2011 disparándose un tiro en la sien.

El exilio

Farah, en el transcurso de numerosas conversaciones, me ha recordado los años de exilio buscando un lugar, no para vivir sino para que el emperador pudiera morir, aquejado de un cáncer generalizado. Y me mencionaba todos aquellos países que les dieron la espalda. Entre estos España, que se negó incluso a recibirles después de que el Rey Juan Carlos, el ultimo Jefe del Estado recibido con todos los honores, le diera al Sha, el 22 de junio de 1977, un sablazo de 10 millones de dólares y, como ya he recordado en mi columna en alguna ocasión, lo hizo mediante una «patética carta», a juicio de Charles Powell en su biografía Juan Carlos I, un Rey para la democracia, que Reza Pahlavi me mostró en una de mis numerosas visitas que le hice a Teherán durante su reinado. Carta en la que que abordaba directamente la petición en estos términos: «(…) Por eso me tomo la libertad, (eso sí) con todos los respetos de someter a tu generosa consideración, la posibilidad de conceder ¡¡¡diez millones de dólares!!! como tu contribución personal al fortalecimiento de la monarquía española». ¡Toma ya!

No le pregunté al sha si había atendido a tan descarada petición. Ni por qué me mostraba la carta. Conociéndole, pensé que, si lo había hecho, sus razones tendría.

Y a propósito de la muerte, en 2022, de Mahsa Amina, la joven iraní detenida y torturada brutalmente por la policía religiosa islámica por no usar el hiyab correctamente, recuerdo el día que, por primera vez, vi a mi amiga Farah llevándolo cuando acudió a una mezquita. Pensé y no me equivoqué que tal decisión era un gesto de debilidad ante la llegada de Jomeini, que le costaría al emperador su caída y el fin de la monarquía con la que «el hijo del sha acaricia su eterno sueño», como titula su crónica el compañero Eduardo Álvarez para quien ofrezco mis comentarios con el único fin de que entienda que el regreso de Reza Pahlavi a Irán es menos que imposible.

Reza Pahlavi nunca volverá a Irán

Sólo unas horas antes de que los israelíes lanzaran la mayor oleada de ataques aéreos contra su peor enemigo, Irán, el príncipe Reza Pahlavi publicó, con motivo de la boda de su hija Imán en París, el pasado 6 de junio, un breve comunicado de tres minutos dirigido al pueblo iraní afirmando que «la república islámica se está desmoronando y Jamenei se ha escondido bajo tierra como una rata asustada». A su juicio, la caída del régimen instaurado en 1979 es irreversible y «lo que hace falta ahora es la insurrección en todo el país». A pesar de la ambigüedad de sus palabras, reconoció que él y sus partidarios tienen un plan para un periodo transitorio hacia un gobierno democrático.

Está por ver qué papel podría desempeñar Reza Pahlavi si se produce un vuelco de la situación.

«Derrocar al régimen que tiene secuestrado al país», con estas palabras iniciaba el compañero su artículo dando a entender que la oposición daba un paso adelante para dar un «golpe definitivo a los ayatolás» para que el hijo del sha pueda liderar el movimiento de transición olvidando que Reza Pahlavi no sólo carece de respaldo entre la oposición sino que es visto como el peor recuerdo del reinado de su padre.

A propósito de estos comentarios, recuerdo como si fuera hoy la conversación que mantuve con el príncipe en El Cairo, ya fallecido su padre, en la que me confesó: «Soy heredero de mi padre. La vida sólo tiene para mí significado al servicio de Irán. Estoy dispuesto a sacrificarme por mi país. Si lo consigo, mejor. De lo contrario lo habré intentado al menos. La muerte no me da miedo… Muchos me urgieron para que llamara al general Oveissi, conocido por su severidad y crueldad (le llamaban el carnicero de la Plaza de Jal). Me negué. Tuve de pronto la sensación de lo que yo representaba. Un soberano no puede abrir fuego contra su pueblo sin perder la legitimidad. Eran palabras de mi padre que yo no olvido».

El sha había redactado, poco antes de morir en El Cairo (27 de julio de 1980), su última voluntad reconociendo que «mi hijo todavía es muy joven (20 años el 31 de octubre de 1980) y tendrá que apoyarse en el pueblo iraní para levantar la bandera sagrada de Irán». Y como reconoce Álvarez: «Reza Pahlavi es visto con gran recelo por amplios sectores de la diáspora».

El acceso de Reza a las responsabilidades abrió un periodo turbulento y doloroso. «Yo deseaba dar a entender, claramente, que las decisiones pertenecían ahora al joven rey y que yo permanecía a su lado sólo para ayudarle con mi experiencia y mis consejos», me puntualizaba mi amiga Farah.

Pero, tras un periodo de la muerte del sha, Reza decidió alejarse de su madre para fortalecer su independencia. El 12 de junio de 1986 contraía matrimonio en plena guerra Irán-Irak, sin respeto a los sufrimientos de los iraníes, con la joven iraní Yasmine Etemad, de 17 años, cuyos padres se habían exiliado en los Estados Unidos antes de la revolución islámica.

Farah me recordaba emocionada el nacimiento de Reza el 31 de octubre de 1960.

Fue en el Hospital de Protección de Madres y Recién Nacidos. Cuando abrí los ojos, el rey estaba a mi cabecera y me daba la mano, «¿Quieres saberlo?», me dijo con dulzura. «Sí. ¡Es un varón! Rompí a llorar».

Miles de personas se habían reunido desde el amanecer ante las rejas del hospital. Cuando el médico tocólogo anunció que la dinastía Pahlavi tenía por fin un heredero, se produjo una emoción popular inaudita. Luego descubrimos que era zurdo.

«No tiene importancia que el príncipe heredero sea zurdo. El día que tenga que hacer el saludo militar, pues bien, ¡lo hará con la diestra!», dijo su padre el sha. «Reza adoraba marcharse de campamento, vivir bajo la tienda y las veladas alrededor del fuego».

En Irán, como en cualquier otra parte, promover una idea de la «revolución blanca» tiene un precio.

El 10 de abril de 1964, mi marido y mi hijo Reza escaparon por los pelos de un atentado. Reza acompañaba habitualmente a su padre hasta el Palacio de Mármol. Solían ir a pie dándose la mano. Aquel día, afortunadamente no. Porque cuando apareció el sha, sólo uno de los soldados que montaba guardia comenzó a disparar hasta que fue abatido.

En aquel instante yo estaba maquillándome ante el espejo para una reunión de trabajo cuando sonó mi teléfono. Era la reina madre. «Farah querida», ¿Qué pasa, mamy?, ¡han disparado contra el rey!

Ella lloraba, no me decía si él vivía o estaba muerto. Tuve que hacer un terrible esfuerzo para articular: «Pero él… él… ¿cómo?». «Está vivo, gracias a Dios».

Quince años antes, el 4 de febrero de 1949, ya había sobrevivido a otro atentado. «Tres balas hicieron volar mi gorra, me rozaron el cráneo», me contó el sha, la cuarta me alcanzó el pómulo derecho y salió por debajo de la nariz.

A esto se llama ¡¡¡baraka!!!, de la que carece su hijo Reza.

 Chsss…

Cuentan que ella se enfrentó a su hermano por haber prohibido la presencia de su padre en la cena de su 60 cumpleaños en la casa de la que le echó un día contra el artículo.19 de la Constitución.

Después de la salida de la sectaria socialista de la dirección del periódico, éste parece que recupera su independencia profesional lejos del periodismo lacayo. Veremos. Al tiempo, le pido tiempo.

Se casan después de cinco años de relación. El anillo de compromiso está valorado en 1,1 millones de euros.

Nicoleta, la chica rumana que, a juicio del impresentable Koldo «no sólo hay que valer para follar», estaba en paro.

«Felipe reconoce el papel independiente del Poder Judicial». ¿A qué país se refiere? Porque lo que es en España… intentos están haciendo para que no lo sea.

Nadie se explica que la funcionaria mejor pagada por el Gobierno todavía siga en el cargo.

El final del programa La familia de la tele se veía venir desde el momento en el que contrataron a la más cutre, ignorante y vulgar colaboradora que existe.

Se subasta en la sala Christie’s de Londres una carta de amor de John Lennon de 1962 y con 21 años a su novia Cynthia Powell, carta de cuatro folios en la que se repite como un mantra: «Te amo, amo, amo, amo… y te extraño como un loco». Precio de salida: 47.000 euros.

Todo el mundo se sorprende de cómo he llegado a cumplir 93 años. «Es el precio que se paga cuando se deja de ser joven», como reconoce Pino Montes de Oca.

A propósito de mi cumpleaños, he recibido una felicitación que me ha emocionado: la de Ignacio Fernández Burón, un viejo minero, compañero de mi época de minero en Hulleras de Sabero.

El alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida, se acogerá «por convicción personal» a su baja maternal.