La prueba del algodón de Pedro Sánchez
Mañana se cumplen 20 años de la brutal muerte de Miguel Ángel Blanco a manos de ETA. El 12 de julio de 1997, sobre las 17.00 horas, dos cazadores encontraron el cuerpo moribundo y maniatado del concejal muy cerca de Lasarte. Francisco Javier García Gaztelu, alias Txapote, le había descerrajado dos tiros en la cabeza. Su secuestro y posterior asesinato provocaron la mayor movilización ciudadana de la historia de España. Nuestro país, como pocas veces antes, salió a la calle con una ideología común: la libertad. La posibilidad de una España mejor y más unida nunca fue tan real. El sacrificio extremo del concejal de Ermua hizo que los españoles sacaran lo mejor de sí mismos. De ahí que resulte incomprensible que ciertos dirigentes de un partido de hondas convicciones constitucionalistas como el PSOE se afanen en ningunear la figura de un hombre que es símbolo de España. Pedro Sánchez debe imponer un criterio general que evite que su dirección al frente del PSOE quede en evidencia. Es su prueba del algodón.
El capítulo más reciente lo encontramos en Madrid. Manuela Carmena se ha negado a rendir homenaje a Miguel Ángel alegando que «supondría destacar una víctima sobre todas las demás». Un argumento pueril si tenemos en cuenta que su partido ya organizó un reconocimiento al red skin Carlos Palomino. Un dislate al que se ha unido Purificación Causapié, líder socialista en la capital de España. Su comportamiento es más propio de alguien poseído por el síndrome de Estocolmo que de una persona con todos los sentidos puestos en la realidad que le circunda. ¿Qué ganan en Ferraz 70 apoyando semejante despropósito? Sánchez debe tomar cartas en el asunto lo antes posible y, de paso, evitar el efecto contagio.
El Partido Socialista de Euskadi en el Ayuntamiento de Bilbao se ha negado junto al PNV a que la ciudad recuerde a Miguel Ángel Blanco en el aniversario de su muerte. Ante la propuesta del PP para que se coloque un monolito del concejal de Ermua, la formación que dirige Idoia Mendia a nivel autonómico ha dicho «no». Un sinsentido si tenemos en cuenta que, además, fue precisamente Bilbao el lugar donde se desarrolló la mayor manifestación de la historia de Euskadi para pedir la libertad de Blanco horas antes de su muerte. Pedro Sánchez siempre se ha distinguido por su meridiana claridad en este tipo de causas. No ha tenido ningún problema a la hora de defender la libertad de Leopoldo López. Tampoco en reconocer, a través de la Ejecutiva Federal del PSOE, que el héroe de Ermua «merece un reconocimiento» en el aniversario de su asesinato. Con la misma firmeza ha de establecer un criterio general en su propia formación. Al igual que sucede con el referéndum ilegal de Cataluña, los desvaríos de unos pocos socialistas pueden causar mucho daño a todo el partido.
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