Prensa y jueces independientes
Con una sociedad generalmente inerme, con unos ciudadanos en decidida desconexión con los dirigentes que se aprovecha de sus impuestos (Hacienda implacable con recaudación récord e in crescendo), con intoxicación generalizada a través de la poderosa brunete mediática gubernamental, la democracia sobrevive a duras penas con un jefe de gobierno que hace tiempo tenía que estar contando hormigas en su particular domicilio que ahora tiene alquilado y a buen precio.
Cuando dentro de medio siglo se escriba la historia del septenato sanchista los historiadores se harán cruces acerca de cómo un solo individuo fuera de lo normal pudo engañar a todos tantas veces y en continuidad.
Algunos medios críticos se están llevando las manos a la cabeza ahora (después de haber compadreado durante mucho tiempo con Sánchez y su régimen) porque consideran que son objeto de liquidación por parte del leviatán monclovita. Se enteran ahora cuando Sánchez lleva siete años subido en el machito. Cuando estaba Iván Redondo, gran responsable de lo mucho y grave que sucedió en aquellos primeros años, el que repartía jurdó y prebendas creyeron que su cartera estaba a buen recaudo; fue empezar a retransmitir la realidad de unos hechos (muchos de ellos en abierta contradicción a lo que es un Estado liberal y democrático de derecho) para apearse del burro. Ahora han descubierto, ¡qué sagacidad! Que el sanchismo no es otra cosa que un proyecto de poder cuasi totalitario organizado entorno a una banda con muchos registros.
¿Imaginan que sería España bajo la bota de Sánchez sin prensa libre? ¿Pueden siquiera aproximarse a qué seria este país sin jueces ni fiscales auténticamente libres e intérpretes y garantes de un Estado de derecho a la luz de la Constitución?
Tengo para mí que esos dos vectores se pondrán en valor pasado el tiempo y una vez que haya caído el jefe del poder ejecutivo con menos vergüenza que jamás habitó por estos lares.
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- Pedro Sánchez