Opinión

El PP lanza un órdago a la izquierda

¿Socialdemócrata? ¿Liberal? ¿Conservador? Puede ser que todo a la vez o casi. Es el Partido Popular una formación, fundada por Manuel Fraga, que ambiciona volver a cobijar a todo el espectro social y político no de izquierdas, es decir, lo que les llevó al poder de la nación durante catorce años cuando todavía la rabia populista no había contaminado la  vida española. Esta semana se ha decidido a presentar un «plan social» al objeto de demostrar que no es un predio exclusivo de las izquierdas.

La pasada semana en la reconfortante ciudad de Estepona, donde cuentan con un alcalde exitoso y eficaz en la gestión, José María García-Urbano (registrador de la propiedad, notario, abogado del Estado), amplio y absoluto ganador en las urnas, al frente de un extraordinario equipo técnico/político, un lector me preguntó al hilo de la presentación de mi último libro Éxodo y poder dónde se encontraba el «centro político» una vez desaparecido Ciudadanos. Respondí sin dudarlo: «El centro político hoy se encuentra en el PP, porque si durante 36 años el PSOE abrazó el centro/izquierda, apareció un tal Pedro Sánchez y se lo llevó al averno».

La deriva de autoritarismo interno, sus pactos con la extrema izquierda y el abrazo inconcluso y permanente, incluso, con los bilduetarras (reafirmado esta misma semana con acuerdo con el inexportable ni homologable Otegi a propósito de la llamada Ley Mordaza) y sus ósculos con lo más extravagante del independentismo han hecho que el PSOE se sitúe en los extrarradios de la moderación y hasta del sentido común.

Esto es lo que vio con una cierta claridad Núñez Feijóo cuando fue llamado por sus pares a dejar Galicia para liderar la opción nacional del centroderecha. Otra cosa es que haya sido capaz en estos pocos años de dar satisfacción a lo que demandan sus mesnadas. Sinceramente, no tengo duda alguna de que acabará por conseguirlo pese a las críticas –algunas fundadas, otras carentes del más mínimo fuste– que se le propinan precisamente de donde deberían insuflarse las velas del paquebote popular.

Con algún conocimiento histórico del tema me atrevería a escribir que el problema actual del Partido Popular no es volver al gobierno de la nación, que caerá, insisto, como fruta madura ante la deriva sanchista en todos los órdenes, corrupción incorporada. Porque a Sánchez se le podría haber perdonado cometer errores, pero no persistir en ellos y, en cualquier caso, dejar la mentira obscena como forma de engaño a millones y millones de contribuyentes.

Frente a determinadas críticas que he oído y leído por parte de antiguas lideresas del PP en relación con su «programa social», creo que ello es también una forma y manera de iniciar el «cambio cultural» para combatir la nunca comprobada superioridad moral de las izquierdas, mucho menos la comunista.

Lo que sí creo a pies juntillas es que Feijóo debería aprovechar el gran valor técnico, conocimiento y talento que tiene entre sus más fajados antiguos dirigentes y ministros. Por ejemplo,  Rafael Catalá, Ana Pastor, Isabel García Tejerina, o el diplomático José Ramón García Hernández, uno de los dirigentes más preparados intelectualmente que he conocido en esa grey; sólo por citar algunos.

Como decía Napoleón Bonaparte cuando le presentaban candidatos a pasar de coroneles al grado de  general, no sólo se necesita valor y capacidad táctica, también hace falta tener suerte. La suerte también se provoca…