Opinión

Podemos y la censura covidiana

Nacido en Barcelona en noviembre de 1959, aunque se siente mallorquín, catalán y europeo, Josep Manchado Rojas ha sido noticia estas últimas semanas en la prensa balear. Licenciado en Geografía por la Universidad de las Islas Baleares, donde fue profesor asociado de 1996 a 2001, se define a sí mismo como un “anarquista moderado por la edad”.

Apasionado de los viajes, la naturaleza, la fotografía y la ornitología, se considera un “libertario de izquierdas”, teniendo de referentes a pensadores individualistas como Ricardo Mella, Max Stirner o Henry Thoreau. Fue expulsado de la OJE y de la Cruz Roja de la Juventud, fundando con sus compañeros el colectivo anarquista Talaiot Corcat. Dicha entidad encendería la mecha de la reivindicación por la protección del parque natural de Sa Dragonera en los años noventa. En sus tiempos mozos fue detenido por la policía, concretamente en 1977, cuando formó parte de la ocupación del islote andritxol para que no lo urbanizaran.

Entre protesta y protesta llegó el servicio militar. Al salir del ejército, Manchado daría el salto al ciclismo donde se dedicaría en cuerpo y alma durante casi una década, llegando a ser campeón de Baleares en dos ocasiones, participando en más de quinientas carreras y llegando a competir contra el gran Perico Delgado.

Ya como geógrafo, volvería a la política en los años noventa, acumulando una larga trayectoria vinculada al ecologismo y al urbanismo de las Baleares, siendo miembro de la junta directiva del GOB y director insular de Urbanismo y Ordenación del Territorio Consell insular de Menorca, dejando una fuerte huella en la balear menor, ya que fue uno de los responsables de diseñar la Menorca actual con suelo rústico radicalmente protegido.

Así pues, aquel “anarquista moderado por la edad” se dejó seducir hace más de seis años por el discurso reivindicativo de aquel Podemos que debía tomar el cielo por asalto, donde entraría a militar ocupando cargos de peso en Baleares. Sin embargo, tras seis años de buen trabajo aquel partido primitivamente asambleario ha cesado de forma fulminante a Josep Manchado. Y lo más triste es que se haya enterado oficialmente por la prensa; la ejecutiva podemita no tuvo ni la decencia de convocarle a una reunión para comunicarle la decisión en persona.

El pecado de Manchado ha sido expresarse públicamente en redes sociales a favor de Novak Djokovic tras su deportación de Australia “Forza Nole!!! Millones de personas están contigo” o “Djokovic, forza Nole! Con un par” y subir una foto de un rebaño de ovejas con el texto “Os prometo que esta foto es la Patagonia, que la hice allí… que no es Palma ni España estos días”. Ni una palabra de covid-19 ni de vacunas, pero salirse del rebaño ha sido suficiente para que los medios oficialistas lo estigmaticen como “negacionista” o “antivacunas”.

Podemos no se ha cargado a Josep Manchado por hacer “declaraciones intolerables contra las vacunas” como dice falsamente el PP —dado que no existen— sino por la sencilla razón de atreverse a opinar diferente al establishment en un tema tabú como es la gestión de la pandemia. Lo que demuestra que Podemos ya es un partido más del sistema, de la casta, y que la censura podemita no se diferencia ni un pelo de la de las otras formaciones con este tema.

La RAE ya puede ir cambiando la definición de negacionista por la de “vocablo despectivo que se utiliza de forma institucionalizada y totalitaria para menospreciar, humillar, segregar o perjudicar a quien se atreve a cuestionar la versión oficial de un determinado fenómeno”.

La censura covidiana es implacable y Josep Manchado se ha ganado oficialmente el carné de negacionista. Algunos medios ya lo tratan como un paria. Pero también se ha ganado la libertad de opinar libremente sobre la covid-19 y lo que le dé la gana sin ningún corsé estalinista de color lila, rojo o azul que le imponga cómo debe pensar, cómo debe sentirse y cómo debe expresarse.

 

Joan Pons Torres es historiador y profesor.