Opinión

Los podemitas son hijos de Zapatero

La semana pasada Podemos rechazó la declaración sobre Venezuela que el Congreso pretendía aprobar al considerar que era una “irresponsabilidad” que sólo buscaba «utilizar» los asuntos de un país hermano para hacer política en España. Pablo Iglesias aseguró que ellos hicieron “una propuesta mucho más sensata” y defendió que su postura se alinea con la posición manifestada por el expresidente José Luis Rodríguez Zapatero. Y es que los podemitas son hijos de Zapatero. Por eso, cuando el jueves 11 de marzo de 2004, entre las 07.36 y las 07.40 de la mañana, los españoles sufrimos el mayor atentado terrorista de nuestra historia en varios trenes de cercanías en Madrid, con casi 200 víctimas mortales y miles de heridos, desde su guarida en la Facultad de Políticas de la Complutense, los compinches de Pablo Iglesias redactaron un SMS para convocar una concentración de protesta frente a la sede del PP en plena jornada de reflexión, que decía: «¿Aznar de rositas? ¿Lo llaman jornada de reflexión y Urdaci trabajando? Hoy 13M, a las 18h. Sede PP, Génova 13. Sin partidos. Silencio por la verdad. ¡Pásalo!» Y allí se presentaron Iglesias, Monedero y los suyos, para hacer creer a los españoles que la culpa de los atentados terroristas era del PP y así dar la vuelta a las encuestas y hacer presidente a Zapatero, con los votos a favor del PSOE, IU, ERC, Coalición Canaria, BNG y Chunta Aragonesista; y las abstenciones de CiU, PNV, Eusko Alkartasuna y Nafarroa Bai.

Ya en el poder, Zapatero aprobó en diciembre de 2006 una reforma educativa que incluía la Educación para la Ciudadanía a niños de entre 10 y 17 años, que hoy son los votantes menores de 27 años de edad. Los manuales de dicha asignatura, obligatoria y evaluable, incluyeron conceptos como estos: «El socialismo es la única esperanza que le queda a la humanidad para pararle los pies al capitalismo.» (Akal, p. 116). «El neoliberalismo económico, en principio, perjudica a todos los trabajadores, pero sobre todo a las mujeres trabajadoras.» (McGraw-Hill, p. 209). «Los países desarrollados, en buena medida, lo son porque históricamente colocaron a los países pobres a su servicio y los han mantenido así.» (El Serbal, p. 72).

Ese mismo año 2006, Zapatero inició el proyecto de ley que desembocaría al año siguiente en la conocida como Ley de Memoria Histórica. Se instauró como doctrina oficial del Estado que en la Guerra Civil española hubo un bando de héroes y mártires, el del Frente Popular, y otro de malvados asesinos; que la reconciliación de la Transición había sido una farsa propiciada por el fascismo; y que las izquierdas debían vengarse y ganar aquella guerra acabada hacía ya casi 70 años. Se dotaron millones de euros para instaurar esta “verdad oficial” basada en el revanchismo y el odio entre españoles. Desde el Pacto del Tinell de unos meses antes, el frentismo había quedado aclarado, todos contra el PP equivalía a Frente Popular frente al fascismo.

Hace unos meses, Pablo Iglesias declaraba: «Tengo mucha admiración por Zapatero, creo que es el mejor presidente de la democracia». Y aseguró que consultaba con él sus dudas. Los podemitas son hijos de Zapatero y continúan con su idea de que todos los que no sean de izquierdas son herederos de los fascistas asesinos del 36 y por eso hay que rechazar cualquier pacto con ellos. La nefasta gestión de la crisis económica se llevó por delante al zapaterismo, pero sus hijos siguen aquí pretendiendo ganar la Guerra Civil.