El PNV se suma al plante a la princesa de Asturias

PNV princesa

El próximo martes, la princesa de Asturias jurará la Constitución ante la sede de la soberanía nacional con unas fuerzas políticas desteñidas. No sorprende que aquellos políticos que quieren dinamitar la Corona porque así será mucho más fácil hacer saltar por los aires al Estado, es decir, a España, hagan un corte de mangas en forma de ausencia a un acto tan institucionalmente histórico.

Sí sorprende que el Partido Nacionalista Vasco, hasta la fecha tan peripatético alrededor del anterior rey Juan Carlos y después tan dadivoso con el Rey Felipe, se haya borrado del acontecimiento. Máxime cuando los billetes de avión para enlazar con Madrid entre Bilbao, Vitoria y San Sebastián corren por cuenta del sufrido contribuyente.

Debe haber gato encerrado, sin duda, para tamaña decisión. Y el gato es necesariamente negro. Como les está comiendo la tostada EH BILDU a pasos agigantados, gracias entre –otras cosas– al blanqueo permanente que Sánchez hace a los bilduetarras, creen que gestos como el desaire a la princesa y a la propia Corona les hará ganar votantes entre los jóvenes votantes vascos, en detrimento de su principal adversario político en aquel pequeño territorio.

No quieren enterarse que entre sus ancestrales votantes hay mucha gente conservadora, mucho más conservadores que los del PP, que han demostrado también que no quieren en su iglesia (PNV) caceroladas vacuas y un tanto estúpidas. Pudiera ser que, hartos de tanto seguidismo de los herederos que asesinaron también a algunos de los que andaban en el nacionalismo al comienzo de los años de plomo, puedan decidir cambiar de papeletas en las próximas elecciones euskaldunas y pudieran irse al PP, cosa que intenta por todos los medios Feijóo y su muchachada.

Da la impresión, como escribió el gran historiador Sánchez-Albornoz, que el tiempo todo lo puede. El PNV tan rancio, tan xenófobo, tan viejuno, toca a su fin. Las nuevas generaciones parecen preferir opciones algo más cool y con menos boina. La boina la han vuelto a exhibir con el plantón a la joven princesa que, les guste o no, un día pudiera ceñir en su sien la corona milenaria que representa la monarquía hispánica en la que siempre cupo el País Vasco.

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