El PNV no puede ni debe hacer un ‘Puigdemont’
Al Partido Nacionalista Vasco (PNV) le va demasiado bien con España, y en España, como para bailarle el agua a Carles Puigdemont y demás golpistas, responsables todos ellos del desatino político que carcome la viabilidad de una de las comunidades autónomas más endeudadas de la nación. Una región que debe 75.443 millones de euros a las arcas públicas y desde donde unos irresponsables tratan de partir el país en dos. Con el president en mínimos de popularidad —2.500 personas lo abuchearon este pasado fin de semana en Badalona— Iñigo Urkullu se equivoca al seguir su estela y apoyar explícita e implícitamente el referéndum ilegal. Al PNV no le hace ninguna falta, ya que siempre han sabido jugar sus cartas y cimentar sus aspiraciones políticas sobre posiciones contrarias a la ruptura —sólo hubo un intento así, el de Ibarretxe, y fue un fracaso—. De ahí que resulte extraño que durante la reunión de este lunes en el Palau de la Generalitat, el lehendakari, en consonancia con el propio Puigdemont, haya acusado al Estado de imponer «una unidad constitucional que no se basa en la unión voluntaria».
Palabras que poco tienen que ver con la realidad. Especialmente si tenemos en cuenta que el PNV ha aprobado los Presupuestos Generales del Estado del Partido Popular, entre otras cosas, porque ha conseguido una contraprestación muy beneficiosa para Euskadi. Hay que reconocer que han sabido jugar sus bazas con gran inteligencia y de manera impecable. El famoso concierto vasco —su privilegiado sistema fiscal— tendrá una rebaja de 500 millones de euros anuales hasta 2021. Además, el Gobierno les devolverá 1.400 millones por la liquidación de la cuota vasca desde 2007. Concesiones que refuerzan aún más la potencia económica del País Vasco y por las que la formación presidida por Andoni Ortuzar debería renunciar al doble juego de beneficiarse del Estado al tiempo que apoya a los que tratan de romper la legalidad vigente.
Más que nada porque, con ese tipo de discurso radical, estarían abandonando su acertada senda política de congruencia y diálogo para abrazar tesis muy cercanas a las de Arnaldo Otegi. El etarra ha insistido hoy mismo en que «las naciones tienen derecho a la libre determinación». Una frase que promulga las mismas premisas que defienden los secesionistas catalanes: referéndum ilegal y ataque frontal contra la unidad de España. Los nacionalistas vascos deben abandonar cualquier postura veleidosa y seguir ahondando en la relación con el Ejecutivo del PP. Es bueno para España, que gana en estabilidad, y óptimo para el Gobierno del País Vasco, que ofrece unas ventajas únicas a sus ciudadanos. Todo lo demás es apoyar una deriva que tiene un único destino: el naufragio.
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