Opinión
Apuntes incorrectos

Una patria vasca repulsiva

Hace ya mucho tiempo que leí ‘Patria’, de Fernando Aramburu. Aunque imagino que por simple prurito literario el autor dice que se trata de una novela no es verdad. Es un testimonio histórico de primer orden, una suerte de libro de texto que debería ser de lectura obligada en todos los colegios de España si no gobernasen los socialistas, que tienen el hábito de malversar la educación favoreciendo el adoctrinamiento y la servidumbre. Todo lo que se dice en el relato tuvo lugar punto por punto y todavía pasa.

En ‘Patria’ se narra meticulosamente lo que ocurrió en el País Vasco y en Navarra en los años de plomo, en los que ETA imponía la agenda política a través del asesinato. Me temo que esos años nauseabundos no son muy diferentes de los de ahora, en los que los socialistas -siempre los socialistas jodiendo la nación- han decidido blanquear a los herederos de los pistoleros de entonces.

Lo que narra ‘Patria’ es una sociedad rota por el terrorismo, visto con buenos ojos por buena parte de los ciudadanos, y las consecuencias de esta complicidad vil sobre la paz de las familias y la convivencia ordinaria sosegada. Como esto lo he padecido en primera persona, en mis años de estudiante en Pamplona, puedo certificar que nunca he conocido un ambiente más hediondo, donde el crimen era cotidianamente glorificado.

El mal existe, queridos amigos, pero si hay un lugar en la tierra donde está inscrito a sangre y fuego, al margen de Palestina, es en el País Vasco y en alguna parte desgraciada de Navarra, donde yo nací. Allí unos señores decidieron hace ya demasiadas décadas emprender la lucha armada para ‘liberar’ a un pueblo falazmente oprimido, porque figuraba entre los más favorecidos por la dictadura franquista -y después por la UCD en la época de la Transición-, siguiendo las consignas de un personaje eminentemente racista y poco letrado como Sabino Arana.

Una legión muy importante de estúpidos ha sostenido, y todavía sigue haciéndolo, que ETA fue capital en la lucha contra el franquismo y en la recuperación de los derechos de los trabajadores, olvidando que Franco murió en la cama y sin reparar en que, antes de su óbito, había instaurado la legislación laboral más proteccionista del mundo, a la que desafortunadamente debemos todavía buena parte de las ineficiencias del mercado de trabajo, igual que los vicios que provocan la dependencia y el asistencialismo en los empleados.

«ETA no habría prosperado jamás si no hubiera sido auspiciada primero y tolerada después por el Partido Nacionalista Vasco»

Naturalmente, ETA no habría prosperado jamás si no hubiera sido auspiciada primero y tolerada después por el Partido Nacionalista Vasco, que siempre ha gobernado allí en un régimen dictatorial bastante más insano que el de Franco. Hace tiempo que esto que digo lo certificó Xabier Arzallus -personaje cuya inmoralidad es irrepetible- cuando afirmó aquello de que unos menean el árbol, en referencia a los cachorros que matan, y otros recogemos las nueces, es decir, los frutos de la extorsión debida a la eficacia de las pistolas.

Es verdad que ETA liquidó a algunos ertzainas, incluso a algún alto mando policial de la policía autonómica, y ya no recuerdo si a alguien, o del PNV o cercano a este partido aberrante, pero todo esto daba igual. El aire criminal que siempre ha impregnado al nacionalismo vasco servía para digerir estos excesos como equivocaciones de chicos descontrolados dignos de reconvención.

La política, o, por decirlo más claramente, la convivencia filial con el asesinato, lo ha enturbiado todo en el País Vasco y lo sigue haciendo en nuestros días. A veces los silencios en casa eran clamorosos, y las opiniones diferentes daban lugar a una crispación que era mejor eludir. He conocido y todavía conozco a muchas Miren, la madre malvada de José Mari, el hijo etarra que mata al ‘Chato’ en la novela ‘Patria’.

Siguen pensando que ETA tuvo sentido, incluso que fue una pena que desapareciera -igual que opina Pablo Iglesias sobre el Muro de Berlín, que seguramente no es muy distinto de su juicio sobre la banda terrorista, cuya violencia nunca ha condenado y de cuyo espíritu disfruta en las ‘herriko tabernas’-. Estas Miren contemporáneas desde luego votan a Bildu, donde se cobijan todavía algunos de los pistoleros y sus innumerables acólitos, todos los que siguen haciendo del País Vasco un lugar nauseabundo salvo que, claro, uno sólo se acerque por allí con el mero afán de disfrutar de sus paisajes, de su laureada gastronomía y de sus chiquitos y sus inmejorables pinchos.

«Jamás hay que pasar página… salvo que seas un socialista del momento, es decir, de los de Sánchez»

Yo mismo cuando visito San Sebastián, y lo hago con frecuencia, voy a diario a La Cepa y me tomo un bocadillo de jamón ibérico, o cocido -depende- prensado con queso, que está riquísimo. Estos emparedados me gustan con locura, pero cada vez que regreso a esta taberna, en cuyo restaurante también he almorzado, me acuerdo siempre de que a un par de metros acabaron con la vida de Gregorio Ordóñez, concejal del PP en la ciudad, que mantenía entonces una velada agradable con María San Gil y otro compañero de partido. Nunca hay que olvidar estas cosas. Jamás hay que pasar página… salvo que seas un socialista del momento, es decir, de los de Sánchez.

Por ejemplo, el señor José Luis Ábalos, que además de ser uno de los ministros de Transportes más inútiles de la democracia es el número dos del Partido Socialista, afirmó el pasado domingo, después de la felación a la que se prestaron los periodistas de cámara de ‘El País’, que “Bildu hace más esfuerzos en normalizarse que el Partido Popular, que se instala en cuestiones muy antiguas que todos queremos superar”. Reparen una vez más en la frase, por favor: “que se instala en cuestiones muy antiguas que todos queremos superar”. ¿No es un comentario repulsivo?

En ‘Patria’, Bittori, la mujer del Chato, asesinado por el hijo de Miren, decide volver al lugar donde fue tiroteado su marido; a su casa, a su pequeña ciudad, pero esto le resulta insoportable a Miren, a gran parte de los convecinos y al párroco don Serapio, el cura criminal que oficia misa y que guardaba la impedimenta de los terroristas en la Iglesia colaborando con su lucha infame. En aquel momento, ETA, tocada supuestamente por un aire de humanidad que en realidad escondía la resignación ante la futilidad de su empeño tóxico acababa de anunciar que dejaba las armas.

Igual que Ábalos ahora, Miren -aunque descolocada por la cobardía de ETA en renunciar al terrorismo con su hijo en el penal- también quería pasar página, no deseaba enfrentarse a los demonios del pasado, quería vivir relativamente tranquila, poder ir a ver a su hijo a la cárcel, y esto son cosas que la llegada repentina de Bittori le trastoca, igual que a todos los ciudadanos con un mínimo de decencia y de honor nos debería perturbar el ambiente delincuencial que rodea a este Gobierno indigno que ha elegido a Bildu como socio para aprobar los presupuestos y lo que haga falta.

Hace mucho tiempo que superamos el terrorismo, dice Ábalos. Desde luego. Hace tiempo que superamos las bombas y el tiro en la nuca, pero el terrorismo de baja intensidad sigue existiendo en el País Vasco, en San Sebastián, en Pamplona. Como visito a menudo estos ambientes, lo puedo certificar. El terrorismo de baja intensidad consiste en haber decidido la muerte civil del adversario, que allí es enemigo; de todo el que se desvía del catecismo nacionalista.

«Hace tiempo que superamos las bombas y el tiro en la nuca, pero el terrorismo de baja intensidad sigue existiendo en el País Vasco, en San Sebastián, en Pamplona»

El que le hace la felación a Ábalos en la entrevista le pregunta: ¿Está la sociedad española preparada para normalizar a Bildu? Y responde este hombre grasiento que parece ducharse sólo una vez por semana: “Dense una vuelta por el País Vasco. Verán cómo se vive”. Otra vez la entronización del chiquito y del pincho. Pero la ofensa no acaba aquí. Luego Ábalos tiene la indecencia de declarar lo que sigue: “Si van por el barrio de Salamanca en Madrid, se vive de otro modo. España es muy diferente. El problema es que las élites de la capital hacen análisis políticos desconectados del resto del país”.

Como el felón Ábalos, hay quien piensa que es mejor que los filoetarras hagan política y estén dentro de las instituciones. Es una tremenda equivocación. Una de las ideas más brillantes de Aznar fue ilegalizar Herri Batasuna, el antecedente y núcleo de toda la mierda aberchale. La mayoría del Partido Popular melifluo y de la parte pastueña del Gobierno era contraria, porque, a su juicio, se iba a armar la de Dios es Cristo. Nada de nada. Se ilegalizó Batasuna y aquí paz y después gloria. Nunca los terroristas estuvieron tan acojonados. Jamás antes habían sentido la determinación de un Gobierno ni el peso grave de la ley.

Años después, el Tribunal Constitucional volvió a considerar el asunto y desgraciadamente, por un voto de diferencia, decidió dar el plácet a los terroristas o amigos de los terroristas, que da lo mismo. Votaron a favor de la legalización de Bildu todos los magistrados propuestos por el Partido Socialista del inefable y nefando Zapatero -con el presidente catalán Pascual Sala al frente-. Algo perfectamente coherente con un partido que lleva en sus genes joder siempre a la nación.

Desde entonces, Bildu se ha comportado como cabía esperar. No respeta la Constitución, se opone a la Monarquía parlamentaria y ha apoyado los presupuestos del Estado porque, como ha dicho Otegui, están en Madrid para tumbar el Régimen. Allí donde gobierna Bildu, la violencia institucional está a la orden del día, el conflicto callejero con apoyo oficial está servido con cualquier pretexto, las fuerzas de seguridad del Estado proscritas y asediadas y el que piensa diferente tiene una vida complicada salvo que simplemente se dedique a tomar chiquitos y comer pinchos sin entrar en consideraciones políticas de clase alguna. Como ven, una vida muy elevada desde el punto de vista espiritual pero completamente desprovista de libertad.

Afirma el grasiento Ábalos que Bildu ha mostrado más sentido de la responsabilidad que el PP, que a su juicio debería haberse plegado a los propósitos del Gobierno y haber apoyado los presupuestos. Pero esto sólo demuestra el escaso aprecio por la democracia de los socialistas, que deviene en origen de la segunda república criminal que provocó la inevitable guerra civil. Cualquier persona razonable entiende que la labor genuina de la oposición es precisamente estar en contra del Gobierno, por el bien del país, y más en el caso de unos presupuestos que han sido reprobados por el Banco de España, por la Airef, por la Comisión Europea y por el Fondo Monetario Internacional, es decir, que son una filfa en la que ninguna institución con criterio académico, juicio facultativo y sentido común cree.

Es decir, que sólo agradan, y por motivos espurios, a los etarras de Bildu y a los republicanos de ERC, también partidarios de incendiar las calles. ¡A los violentos! Los mismos que han convertido la patria vasca en repulsiva, los que hacen invivible la estancia en aquella tierra fabulosa salvo que aceptes todos los días la hostia envenenada del párroco don Serapio a fin de comulgar con el credo oficial. Salvo que amigues con todos los que describe en ‘Patria’ Fernando Aramburu y que, como él mismo sabe, todavía sobreviven chapoteando en el lodazal, pese al dolor causado; los que continúan infligiendo sufrimiento a quien no piensa como ellos y ahora ya, después de haber renunciado a las pistolas, los que han conseguido tener la sartén por el mango.