Patada de Argelia a Sánchez en el trasero de los españoles
La crisis diplomática con Argelia pone a España en alerta ante una nueva oleada de inmigración ilegal
Sánchez dinamita la cooperación en terrorismo, inmigración y energía con Argelia por rendirse a Marruecos
La suspensión «inmediata» decretada por Argelia del Tratado de Amistad, Buena Vecindad y Cooperación con España es la constatación del esquizofrénico cambio de posición de Pedro Sánchez sobre el Sáhara, un asunto que amenaza con convertirse en un bumerán para el presidente del Gobierno. Y es que es imposible imaginar mayor despropósito en política exterior en un momento en que la invasión de Ucrania nos vuelve más dependientes que nunca del gas procedente de Argelia. Pero no sólo es el gas, sino que el plantón argelino tendrá gravísimas repercusiones para España en asuntos tan sensibles como la inmigración ilegal o el terrorismo. En suma: sólo razones ocultas no desveladas por Sánchez pueden justificar que el presidente se haya entregado a Marruecos, por lo que no resulta en absoluto improcedente preguntarse si el cambio de posición de Sánchez sobre el Sáhara tiene que ver con el contenido de la información del teléfono móvil presuntamente espiado por Rabat.
El comunicado de Argelia acusa al Gobierno de España de violación de obligaciones jurídicas, morales y políticas, una respuesta de enorme virulencia que revela su grado de indignación. En suma: hemos perdido un socio estratégico, suministrador de gas en un momento de escasez y, lo que es peor, un elemento vital en el control de la inmigración ilegal y el terrorismo yihadista a cambio de no se sabe qué. Porque, a día de hoy, no conocemos las contrapartidas de Marruecos, al no existir compromiso alguno de Rabat de respetar nuestra soberanía en relación con las plazas de Ceuta y Melilla.
Pedro Sánchez ha rendido España a Marruecos y la consecuencia es que Argelia ha tendido puentes con Italia para convertirla en principal nación receptora de su gas, dejando a España en un segundo plano en un momento en que esa fuente de energía resulta vital. Lo más sencillo sería hablar de error histórico, pero aquí no estamos delante de un error, sino de algo más. Y es que tras el cambio de postura de Sánchez sobre el Sáhara hay gato encerrado.
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