Opinión

La pasión por el relato

El más que cuestionado fiscal general del Estado ha cantado la gallina, que dirían los castizos. Todas las prisas que tenía por hacer pública una nota que explicara la situación procesal del novio de la presidenta de Madrid, obedecía a la consigna de ganar el relato. Son muchos los tristes legados políticos que va a dejar la era Sánchez, pero sin duda se lleva la palma la pasión por el relato. O cómo interpretar esta sociedad líquida, donde la superficialidad y las prisas marcan cualquier agenda, por lo que todo se somete a la necesidad de contar una historia. Sea buena, sea mala, sea cierta o sea falsa. Qué más da. Hágase con convicción y con empaque. Con la inteligencia que al destinatario solo le interesan los titulares y a veces como los hinchas, esperando el resultado.

Que alguien cuestiona el cupo catalán, pues se habla de financiación singular, y se empapela con retórica al malpensado. Que alguien pregunta por Ábalos, se le cuenta que no pertenece ya al PSOE, y que es un ciudadano particular. También lo eran Rato, o Barcenas. Que el lehendakari no jura por el Rey, y solo por un neutro ordenamiento jurídico, todo se razona argumentando que se piensa en los vascos y las vascas. El relato o letanía de la exposición de motivos de la amnistía, ni hablamos. Eso son los Episodios Nacionales, contados al revés. Y sin lectores, salvo los del avión a Suiza.

Tampoco son tan importantes la razón, la moral, los principios políticos o la visión del futuro. Lo crucial es ganar la batalla diaria por el relato. Aunque algún maleante puede opinar que en vez de eso, se puede producir un auténtico cuento chino. Hoy un término políticamente incorrecto, pero que alude al desafortunado episodio histórico, en el que se engañaba a los orientales para condenarles a la esclavitud en las plantaciones cubanas. Tal vez a Las mil y una noches, porque siempre hay una historia nueva cada noche para salvar la vida, o en este caso el poder.

La penúltima narración al calor de la lumbre mediática es la de la pobre justicia y su situación. Para garantizar su independencia y buen funcionamiento se va a proceder por las buenas o por las malas a su regeneración. Además, los malos bloquean, aunque no se diga que la Constitución (bueno, es post-franquista, se nos olvidaba) hable de 3/5, esto es cosa de dos. O haces lo que pienso yo o que poco dialogante eres, leñe. Vamos, señores magistrados que no han experimentado una verdadera transformación democrática, constitucional no se chista por si se molesta alguno repito, pues los regeneramos. Pensamos que en un mundo feliz, donde, por cierto, nadie trabaje según sueña, ilusionada, la paradójica ministra de la cosa, la Justicia ya regenerada, no tenga ni asuntos que tratar. Todo, además, sin interés político alguno o con nobleza de espíritu. Bonito, ¿no?