Opinión

Nuevo récord de Sánchez: el déficit de viviendas más alto de la historia

En medio de los escándalos de corrupción que afectan a Pedro Sánchez (bien el PSOE, bien  su esposa, Begoña Gómez) y con la legislatura en el aire por el creciente malestar de los separatistas catalanes que denuncian los incumplimientos del presidente del Gobierno, el problema de la vivienda puede ser la puntilla para un Ejecutivo que es incapaz de dar respuesta a las demandas de sectores cada vez más amplios de la sociedad. Pese a las promesas de Sánchez en materia de vivienda, lo cierto es que bajo su mandato -y por primera vez en democracia- el ritmo de construcción de inmuebles es menor que el crecimiento de la población, lo que revela la magnitud del problema.

España no sufría un déficit de construcción de vivienda como este desde el año 1954, con el agravante de que el diferencial entre la construcción de vivienda y el aumento de población nunca había sido tan grande, al menos desde que se tienen datos, es decir, desde 1901. En 2019, España entró en un déficit de 70.000 viviendas al año (con un breve superávit en la pandemia) para situarnos en la actualidad ante el mayor déficit jamás visto -en 2023 fue de 200.000-. Las consecuencias de esta situación son evidentes: la demanda es muy superior a la oferta y, en consecuencia, los precios suben de forma imparable: el precio de la vivienda libre aumentó un 8,1% en el tercer trimestre del año en comparación con el mismo periodo del año pasado, un porcentaje tres décimas superior al de los tres meses previos y el más elevado desde el primer trimestre de 2022, que había sido del 8,5%. Y  las cosas amenazan con ir a peor.

Entretanto, Pedro Sánchez pretende resolver el problema reeditando el viejo Instituto de la Vivienda de Franco, sin reparar -o reparando, porque le da igual al personaje- en el pequeño detalle de que las competencias en la materia están transferidas a las comunidades. Una prueba más de su populismo inmobiliario.