Opinión

No es Sánchez, es el PSOE

Uno ve el Congreso de los Diputados convertido en una pocilga en la que todos los socialistas sin excepción disfrutan como cochinos embarrándose hasta las cejas y es humano pretender que toda la culpa es sólo de Pedro Sánchez. Nos gustaría creer que es la ambición enfermiza del presidente del Gobierno, su egolatría sin límite y su carencia absoluta de escrúpulos, la que le ha hecho rodearse de lo peor que había dentro del PSOE; que sólo aquellos socialistas que estaban dispuestos a enmierdarse hasta lo más profundo tenían posibilidades de llamar la atención del actual secretario general de su partido. Pero lamentablemente esto no es así. La inmundicia es transversal y atemporal en el PSOE, afecta a todos sus estamentos, desde sus votantes y afiliados hasta a su prensa subvencionada y a sus más altos dirigentes y ha sido así desde la fundación del partido a finales del siglo XIX.

El PSOE es un partido con 145 años de sangrienta historia golpista, terrorista y corrupta. Su fundador, Pablo Iglesias, presumía de haber participado en la Semana Trágica de Barcelona de 1909 en la que quemaron 80 iglesias y conventos y murieron 78 personas. En octubre de 1934 los socialistas promovieron una huelga general que desembocó en un golpe de Estado contra la II República. El 1 de julio de 1936 el diputado Ángel Galarza (PSOE) amenazó de muerte en el Congreso a Calvo Sotelo, que fue asesinado doce días después por Luis Cuenca Estevas (PSOE), guardaespaldas de Indalecio Prieto (PSOE).

Durante la Guerra Civil, el PSOE y su sindicato UGT gestionaron 92 checas donde se violaba, torturaba y asesinaba a quienes les daba la gana. Expoliaron más de 500 toneladas del oro del banco de España que enviaron a Moscú junto a todas las joyas robadas a los españoles. Después de la Transición el PSOE de Felipe González creó y financió el terrorismo de Estado de los GAL y ganaba las elecciones financiando a su partido con Filesa. El PSOE ha robado 680 millones de euros a los parados andaluces para gastárselos en drogas y prostitutas, por lo que tienen a dos presidentes condenados.

Zapatero ganó las elecciones de 2004 tres días después de los terribles atentados del 11-M cuyo autor intelectual aún se desconoce, aprovechándose de la sangre de los inocentes para acusar al Gobierno del PP de mentir durante la jornada de reflexión, mientras sus sedes estaban siendo asediadas por grupos de extrema izquierda. Y Sánchez, que enchufa el ventilador del fango cuando ve que todo su partido y hasta su mujer están salpicados por la trama que se forró vendiendo mascarillas defectuosas durante el Covid, ha logrado mantenerse en el poder trasladando a cárceles vascas a todos los presos de ETA, después de transferirles las competencias de prisiones, y amnistiando a los golpistas catalanes.

Pero de esta ciénaga pestilente que históricamente siempre ha sido el PSOE, no son ajenos ni sus militantes, ni sus votantes, ni sus periodistas. Te tienes que reír cuando recuerdas a Rodríguez Ibarra y a Fernández Vara afirmando que se irían del partido si el PSOE pactaba con los independentistas. Ahí siguen los dos, junto al resto de bases y militancia del partido, mientras Sánchez gobierna gracias a los votos de Bildu, ERC y Junts a cambio de amnistiar a los golpistas y soltar a los etarras. Y la misma desvergüenza muestra toda la prensa socialista que ahora intenta tapar la amnistía y toda la bazofia de las mascarillas del PSOE, difundiendo bulos contra la mujer de Feijóo y contra Ayuso. Lodazal en el que se desenvuelven como gorrinos hasta los votantes socialistas, a los que la excusa de que no gobierne la derecha le sirve para tapar toda la corrupción y la desvergüenza de un PSOE que siempre ha estado dispuesto a arrasar con todo con tal de aferrarse al poder.