No hay virus más miserable que el odio
Pablo Echenique destila odio y se le nota. Es un odio ideológico que le lleva a traspasar todas las líneas rojas de la convivencia política y convertirse en un ventilador de sectarismo. Hace falta ser muy miserable, muy pobre en valores éticos, para criticar a las víctimas de la pandemia y acusarlas de «hacer perder el tiempo a los jueces». Sólo un indigente moral se atrevería a criticar que se coloquen 53.000 banderas de España -tantas como muertos se ha cobrado la pandemia- en memoria de quienes han perdido la vida por el coronavirus.
«¿Has visto la performance de las banderitas en el telediario? Pues resulta que la «asociación» promotora es un chiringuito de Vox como un piano. A que eso no te lo han contado en el telediario. Pregúntate por qué», escribió Echenique.
Pretender estigmatizar a las víctimas del coronavirus acusándolas de ser la correa de transmisión de una determinada fuerza política es de una vileza y una villanía insuperable. No lo son, pero si lo fueran su condición de víctimas está muy por encima del mezquino intento de Echenique de llevar su sectarismo al extremo de estigmatizarlas. Es, sencillamente, una ignominia. Como Vox o el PP se han solidarizado con la asociación, Echenique lleva su odio ideológico hasta el punto de denostarlas, lo que revela una ínfima catadura moral.
Echenique es la metáfora política perfecta de la situación que atraviesa España. La inquina y la venganza que destila Podemos, su comportamiento contrario a las más elementales normas de la convivencia, lo convierten en una amenaza para la democracia. El portavoz de la formación morada es incapaz de entender que ante la tragedia que vive España hay que guardarse el odio por imperativo moral, por una elemental cuestión de dignidad y humanidad. Si Echenique no puede frenar su odio, que se vaya a su casa antes de propagarlo. Si es incapaz de comprender que 53.000 banderas de España representan un hermoso homenaje a quienes perdieron la vida, que relama sus heridas en silencio y soporte como pueda su inquina, pero que no denigre ni difame la memoria de quienes han muerto por una pandemia que, encima, su Gobierno ha gestionado con solemne e ineptitud y negligencia.
Echenique quiere quitarles hasta el derecho a acudir a los tribunales de Justicia porque «hacen perder el tiempo a los jueces». No hay virus más miserable que el odio.
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