Moción de censura contra un Gobierno irresponsable
Cada golpe de cacerola pedía una moción de censura y millones de españoles, casi todos los que no simpatizamos con este Gobierno socialcomunista, nos hemos pasado tres meses cacerola en mano pidiendo la dimisión de Sánchez, Iglesias y todo su incompetente y sectario Gobierno. La Constitución española prevé en su artículo 113.1 que «el Congreso de los Diputados puede exigir la responsabilidad política del Gobierno mediante la adopción por mayoría absoluta de la moción de censura». Se trata por tanto de un mecanismo legal previsto exactamente para una situación como ésta en la que nos encontramos, con un Gobierno que ha sido absolutamente irresponsable y cuya incompetencia ha tenido unas consecuencias desastrosas para el conjunto de la nación. Se dice con frecuencia que en España las mociones de censura son un mecanismo constructivo en el que el candidato a sustituir al presidente del Gobierno debe defender su candidatura. Pero no es menos cierto que de lo que en realidad se trata es de comprobar si, tras una desastrosa gestión, el Gobierno mantiene o ha perdido los apoyos que le sirvieron para lograr la investidura.
Son indudables los motivos que en la actualidad justifican la exigencia de responsabilidades a Pedro Sánchez, relacionadas con la nefasta gestión del Covid-19 y su coste en vidas humanas en primer lugar, pero también con las desastrosas consecuencias económicas de tan irresponsable gestión. Es de locos que el máximo responsable de casi 50.000 muertes sea recibido con aplausos. Es inasumible que el que nos ha convertido en el país con mayor tasa de muertos por habitantes del mundo, no asuma su responsabilidad. La falta de previsión, la obcecación por celebrar la fiesta comunista del 8-M, la incapacidad para gestionar la compra de equipos de protección, el falseamiento de todos los datos, la prepotencia y el sectarismo con los que trató a las comunidades autónomas en función del partido político que las gobernaba, los falsos comités de expertos, las mentiras encadenadas, la poca vergüenza, hasta el numerito de los aplausos.
Cualquiera de estos motivos por sí solo justificaría la exigencia de responsabilidades. Pero todos juntos se convierten en un currículo vergonzoso para cualquier gobernante que no debería permitirle continuar un día más al frente del Gobierno. Y a todo ello se suman las consecuencias económicas que ha provocado tanta incompetencia.
Las colas del hambre, los miles de ERTE sin pagar, las listas del paro, los negocios que se ven obligados a cerrar, la quiebra del sector turístico. Sánchez e Iglesias nos han convertido en el país en el que más ha caído el PIB de la Eurozona, bajando un 18,5 % en el segundo trimestre, seis puntos más que la media y bastante más que otros países de nuestro entorno cuyas economías dependen del turismo incluso más que la nuestra. Todo causado por haber aplicado mayores restricciones durante más tiempo de las que necesitaron en los demás países. Es difícil imaginar qué más tendrían que hacer Sánchez e Iglesias para justificar una moción de censura.
Hay quienes, estando de acuerdo con todos los motivos expuestos, argumentan que no se debería presentar sin antes tener asegurados los apoyos suficientes para lograr que salga adelante. Incluso dicen que las cesiones que el Gobierno tendrá que hacer a sus socios para mantenerse en el poder serán aún más negativas para España.
Olvidan que Sánchez ganó en 2018 una moción de censura para la que, en principio, no contaba con los apoyos necesarios y que ahora mismo no cuenta con una mayoría que respalde su gestión y se encuentra totalmente en precario. Pero es que además este argumento utilitarista es absolutamente falaz. Sería vergonzoso que los políticos españoles no se hicieran eco del clamor que en la calle se alza contra Sánchez e Iglesias. No habría forma de que pudiésemos explicar a nuestros hijos que todo esto ocurrió sin que nadie hiciera nada, que todos nos conformamos, que nadie exigió responsabilidades. Hay muchas batallas que hay que pelear aunque se pierdan, porque son imprescindibles para lograr la victoria final.
El Partido Popular, liderando la oposición, no ha sabido o no ha querido evitar que VOX se le adelante, pero este error tiene fácil solución. Su primera reacción tampoco ha estado nada acertada. Las palabras de su Secretario General, García Egea, diciéndole a VOX que no cuenta con el PP en la que ha calificado como “moción de censura post vacacional para salvar al soldado Sánchez”, no han podido ser más desafortunadas. Muchos votantes del partido de Casado no entenderán que, con sus votos, se sostenga al Gobierno que ha causado todo este desastre sólo porque la moción no la presentaron ellos. VOX ha anunciado que está abierto a presentar un candidato que no tiene por qué ser Santiago Abascal y que cabe la posibilidad de consensuar el nombre de una personalidad independiente que no pertenezca a ningún partido político y que pueda ser respaldado por una mayoría suficiente, con lo que ha dejado sin argumentos a quienes insinúan que lo único que persiguen es conseguir protagonismo para el líder de VOX.
Pero es que además la Constitución prevé en su artículo 113.3 que una vez presentada una moción de censura y antes de que se vote “podrán presentarse mociones alternativas”, con lo que si no quieren sumarse a la iniciativa de VOX siempre pueden presentar la suya propia con Casado como candidato. Sería inaceptable que los intereses partidistas, las envidias y los egoísmos alejaran a los líderes del primer partido de la oposición de este clamor ciudadano que lleva meses exigiendo la dimisión del presidente del Gobierno. Y las responsabilidades de quien no dimite solo se pueden exigir mediante una moción de censura.
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