Un madero con mucha ‘barra’

madero barra

Por ‘barra’ me refiero a la expresión catalana para acusar a alguien de tener mucha ‘cara’. Aunque ‘barra’ propiamente dicha parece que también la tenía el abnegado servidor público del que todos están hablando. O sea, ese policía nacional que se infiltró en movimientos anarquistas de Barcelona e intimó de la manera más íntima hasta con ocho mujeres del entorno antisistema. Creían que todo el corral era ‘piolín’ y resultó que tenían a los Tercios okupándoles las camas. Camas o lo que suela haber en lugares tan poco aseados como la Cinétika, el cine abandonado okupa que alardeaba de lugar con ‘antiespecismo’, feminismo y, encima, sin alcohol

Cuando las ocho hembras anticapitalistas comprobaron una vez más que, en la vida, no hay nada gratis, se pusieron cuáles hidras. Y al saberse unas cuantas, denunciaron al lobo español disfrazado de cordero indepe de cosas tan variadas según la prensa como «delitos de abusos sexuales continuos, tortura o contra la integridad moral, descubrimiento de secretos e impedimento del ejercicio de los derechos civiles». Así que este nuevo caso con burlador sexual de protagonista (tema reiterado de la literatura, el cine o el arte) ha acabado en los juzgados.

La trama, que ha causado una guasa tremenda en las redes sociales y los medios de comunicación, fue primero sacada a la luz por La Directa, publicación próxima a la CUP. Y fue inmediatamente aprovechado por la parte resentida y rencorosa de la sociedad catalana que tuvo que soportar durante ¡años! que hordas de matones y matonas les hicieran la vida imposible, organizando algaradas continuas, quemando contenedores bajo sus balcones o interrumpiendo los medios de transporte que debían llevarles a trabajar. Así que era lógico que mensajes como «España nos folla», alusión muy inteligible al «España nos roba» con el que nos bombardeó años atrás el establishment independentista, se hayan viralizado. ¡Qué menos!

Aunque no sólo los constitucionalistas nada antisistema han disfrutado con el asunto. Hasta el ex vicepresidente podemita del Gobierno Pablo Iglesias ha pedido que se infiltren policías en el PP para f***** con Feijóo, Ayuso y otros dirigentes populares. El problema es que la Policía, como cualquier otro órgano represor, suele ser bastante ‘heteronormativo’, y va a ser más complicado encontrar voluntarios.

Ahora piden, quieren que se le aplique al fingidor la ley del sólo sí es sí. Pero lo veo complicado. Si hay una ley desacreditada, ésa es la de Montero y sus chicas. Y decir «me llamo Daniel Hernández Pons» y que no sea cierto, le importará tanto al juez como que les hubiera asegurado que su nombre era Bond, James Bond. Por cierto, unos apellidos casi idénticos a los de otro policía infiltrado en movimientos independentistas catalanes y destapado el junio pasado por el mismo medio. Es que no se fijan.

A los argumentos de que se metió en su cama para «obtener información», que de haber sabido que era policía nunca habrían tenido «una relación» con él y que sienten que las han «violado» (a alguna durante más de un año) no les veo yo con mucho recorrido. El tipo se lo curró. Llegó a participar en distintas protestas, entre ellas las manifestaciones contra el encarcelamiento del rapero de Lérida Pablo Hásel. Y no sólo los cupaires han interpelado a Marlaska, sino también al conseller de Interior, Joan Ignasi Elena porque, según ellos, los Mossos d’Esquadra no ignoraban del todo las andanzas del policía nacional.

Otro hombre mentiroso más, chicas. La vida es dura, ya lo sabemos. Dad gracias a que, por lo menos, el tipo era mallorquín, o sea, que la ‘barra’ era denominación de origen Països Catalans.

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