Opinión

Lo que hizo Begoña Gómez sólo fue posible por ser la mujer del presidente

Las ínfulas de Begoña Gómez llegaron al extremo de exigir a la Complutense, en el pliego de condiciones técnicas para contratar a una empresa encargada de desarrollar la plataforma desarrollada por la universidad -y que luego se apropió por la vía de registrar a su nombre una plataforma idéntica-, la implementación de un «proceso piloto con 150 empresas». Cabe recordar que la mujer del presidente recurrió a varias empresas para poner en marcha ese software. Primero, logró que Indra, Telefónica y Google colaborasen de forma gratuita. Pero después tuvo que recurrir a un contrato, licitado por la Complutense, para ultimarlo.

La mujer de Sánchez firmó personalmente el pliego técnico de esta licitación, en julio de 2023. Gómez exigió varios requisitos a la adjudicataria, como llevar a cabo un proyecto piloto para testar el software, con 150 empresas y reclamó un equipo con experiencia de «alto nivel».

Actualmente Begoña Gómez está imputada por los delitos de tráfico de influencias y corrupción en los negocios, pero el juez Peinado ya tiene el aval de la Audiencia de Madrid para investigar un nuevo delito de apropiación indebida de esta plataforma. La propia Complutense ya lo solicitó en el dossier que entregó al magistrado con las conclusiones de una investigación interna sobre este software. En ese informe, la universidad madrileña se quejaba además de la falta de colaboración de Gómez para tratar de esclarecer estos hechos.

En octubre de 2022, Begoña Gómez registró en la Oficina Española de Patentes y Marcas la marca «TSC Plataforma de Medición de Impacto Social y Medioambiental». Una herramienta idéntica a la desarrollada en la Complutense. Además, en noviembre de ese año, la mujer de Sánchez constituyó una sociedad propia, Transforma TSC SL, con el objeto social de «impulsar y promover la estrategia de transformación social competitiva, integrando los objetivos de desarrollo sostenible en las organizaciones, para promover una sociedad más justa y un planeta sostenible». En la página web de esa empresa, Transforma TSC, se ofrecía a las empresas acceder a un «software de sostenibilidad», lo que coincide con la herramienta de la Complutense. Estos son los hechos. Valore el lector qué consideración le merecen, aunque parece evidente que lo ocurrido va más allá de lo meramente inmoral para adentrarse en terrenos del Código Penal.