Opinión

Los jueces, salvaguarda de la democracia

  • Graciano Palomo
  • Periodista y escritor con más de 40 años de experiencia. Especializado en la Transición y el centro derecha español. Fui jefe de Información Política en la agencia EFE. Escribo sobre política nacional

España atraviesa un momento especialmente grave desde casi todos los puntos de vista. Sin Estado de derecho no hay nada; en todo caso barbarie.

Los ataques a la Constitución del 78 y su régimen era esperable desde lugares marginales. La sorpresa ya empezó a vislumbrarse con Zapatero y ha ido in crescendo en los años del sultán Sánchez. Su entrega al independentismo a cambio de dejarle en Moncloa es, sin duda, la cara más amarga de esta descomposición del Estado en manos del estudiante de satrapía. Entregar de facto la gobernabilidad de la cuarta potencia de Europa a aquellos que buscan destruirla.

Gracias al trabajo denodado de una serie de jueces, básicamente en el Supremo, se puso firmes a los golpistas. El señor presidente del Gobierno, a cambio, da alas, dinero, prebendas, indultos y amnistía a los que intentaron asesinar al Estado. Ahora vuelve a intentarlo, metiendo sus sucias manos en el Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) con la práctica totalidad de los de la toga en contra, con la oposición frontal de la mayoría política y, muy probablemente, con la UE también en contra.

Una señora de Palencia, María Jesús del Barco, presidenta de la Asociación Profesional de la Magistratura, que representa legítimamente a una inmensa mayoría de jueces y fiscales, está hecha una Agustina de Aragón con arrestos más que suficientes para plantar cara al leviatán monclovita. Y en el Supremo resiste Llarena, al que nadie va a enseñar asuntos de Derecho y no deja que le tomen por el pito de un sereno. Esa fortaleza se sustancia también en la Sala de lo Penal de la instancia superior en la persona de Manuel Marchena, quien dirigió un macrojuicio a los golpistas con orden, suprema garantía jurídica, ejemplar, en definitiva. Y consiguió el fallo unánime del Tribunal, cosa nada baladí. Ahora parece que tendrá que ser el Tribunal Europeo de Derechos Humanos (TEDH) quien también tenga que pronunciarse.

Sin justicia independiente y prensa libre no existirá democracia y si algún hilillo supusiera no dejará de ser una cruel pantomima.

¿Entienden ahora la razón por la que Sánchez quiere cargarse ambos estamentos básicos en una sociedad libre y soberana? ¡Pues eso!