Independentistas: en busca de más dinero
El ensordecedor ruido gubernamental, alimentado por el desquicie de un jefe a la deriva, no impide poner el oído en el surco y comprobar que los muchos y graves problemas estructurales que acucian a la nación siguen ahí, enhiestos, a la espera de que un mínimo de sentido común pueda meterlos mano.
Es una mentira sanchista decir que el secesionismo catalán ha desaparecido tras la pírrica victoria (aunque valiosa desde el punto de vista político) de Salvador Illa recientemente. Olvidan que ya antes una andaluza al frente del extinto Ciudadanos batió en toda la regla al independentismo odiador y trabucaire y ello no sirvió para nada. Lo que la victoria del PSC ha demostrado es que esta formación, autónoma del PSOE nacional, se ha arrimado tanto a las pretensiones independentistas que en ocasiones es difícil distinguir unas posiciones de otras.
Está por ver, en cualquier caso, si Sánchez utiliza, una vez más, a Illa como una esponja o como un estropajo. En este sentido, si se atreve al órdago personal que le ha presentado Puigdemont o, si, finalmente, para salvar su propio pellejo, decide dejar a Junts en la oposición y entonces bailará su sillón monclovita.
Lo cierto y real es que se tome una decisión u otra lo que desde las distintas posiciones coincidirán es en reclamar al Estado, es decir, al resto de los territorios españoles, singularmente al Gobierno, más dinero para financiar sus tropelías secesionistas y sus ofensas a la comunidad española. Se lo ha advertido el presidente aragonés, Jorge Azcón, con toda crudeza: «Si se concede el Pacto Fiscal a Cataluña, nos pondremos de pié…».
Sánchez, con hechos irreversibles viene dejando claro desde hace seis años que Cataluña es «distinta» al resto de comunidades autónomas y que desea continuar por ese camino. De alguna forma tendrá que agradecer que hayan sido los catalanes los que el 23J le dejaron seguir sentado en la poltrona presidencial. ¡No da puntada sin hilo! Está claro también que el sanchismo no considera a todos los españoles como «ciudadanos libres e iguales…», algo que choca poderosamente con los principios básicos del movimiento internacionalista socialista.
Sánchez les dará lo que pidan, sobre todo, el dinero que no es suyo y pertenece al conjunto de los 48 millones que conforman, actualmente, eso que todavía denominamos España.
Sánchez ha demostrado una generosidad sin límites a la hora de repartir el dinero que no le pertenece. Tengo para mí que desgraciadamente seguirá repartiendo lo que esquilma a los agobiados contribuyentes. Recomiendo a los Mazón, Azcón, Mañueco, Page y demás presidentes autonómicos que no pierda ripio de lo que señalen las pantallas de Moncloa.
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