Impepinable que el Supremo llame a declarar al capo Sánchez
Una de las noticias más graves del caso Ábalos, heavys que diría un modernete, nos la proporcionó anteayer en OKDIARIO Andrea de la Torre, novia hasta hace un par de meses del ex ministro de Transportes más famoso de la historia:
—Me consta una reunión entre Pedro Sánchez y José Luis [Ábalos] en la que Sánchez le informa, antes de que conociéramos los informes de la UCO, que Koldo está siendo investigado—.
No creo que Andrea de la Torre, una veinteañera con estudios superiores en Recursos Humanos y que va camino de graduarse en Derecho, se meta en un lío de semejantes proporciones si no es verdad. Los que la conocemos, siquiera de un par de días, tenemos nítidamente claro que no es un invento. Es de las pocas protagonistas de este escandalazo con dos dedos de frente y que, por supuesto, está limpia de polvo y paja. Purita sensatez. Escuchas hablar a esta fuengiroleña y piensas que tiene 50 años y no los 28 que figuran en su DNI y lleva impresos en su rostro.
Que Pedro Sánchez no supiera nada de ese escándalo tres en uno que es el Ábalos-Cerdán-Koldo no resiste un cálculo de probabilidades, menos aún en un personaje que lleva las riendas del Gobierno y del partido con la misma implacabilidad con la que Kim Jong-un conduce Corea del Norte. Tipo que se desmanda, tipo al que le cortan la cabeza sin contemplaciones. Allí físicamente, aquí, por fortuna, sólo civilmente.
Que Pedro Sánchez no supiera nada de ese escándalo tres en uno Ábalos-Cerdán-Koldo no resiste un cálculo de probabilidades
Una imagen vale más que mil palabras. Veinticuatro horas antes de que se hiciera público el último informe de la UCO, el de las grabaciones de Koldo a Ábalos y Cerdán, el presidente del Gobierno mató con la mirada a su en aquel momento secretario de Organización. En las escaleras del hemiciclo de la Carrera de San Jerónimo para más señas. Y está de más recordar, so pena de que el lector sienta insultada su inteligencia, que la causa de ese asesinato visual no era un desencuentro en una partida de mus o en un match de pádel o unas cuitas pendientes por un candidato en un pueblo de mala muerte del último rincón de España. Era por lo que era.
A más a más, es menester subrayar que el inquilino de La Moncloa es el máximo responsable no sólo de la UCO sino de la Policía y el CNI. Miles de funcionarios dedicados en exclusiva a investigar a todos los malos que pululan por territorio nacional. En consecuencia, nadie en su sano juicio se cree que ni Fernando Grande-Marlaska, juez de carrera que desde el minuto 1 puso al Ministerio del Interior al servicio del mal, ni el propio marido de la tetraimputada Begoña Gómez desconocieran lo que se estaba investigando desde 2022.
Entre otras muchas razones porque tan cierto es que la UCO es impenetrable para cualquier extraño —periodistas incluidos— como que al frente de la institución fundada por el duque de Ahumada está una civil, la socialistísima Mercedes González, y debajo de ella el director adjunto operativo (DAO), Manuel Llamas, de la máxima confianza de Marlaska, que es quien lo digitó. Vamos, que las posibilidades de que en Moncloa lo supieran todo desde el minuto 1 oscilan entre el 99,9% y el 100%.
Las manifestaciones de Andrea de la Torre obligan al magistrado del Supremo que instruye el caso, Leopoldo Puente, a citarla inmediatamente en calidad de testigo. Una bomba como ésta no puede ser despachada a beneficio de inventario. Lo extraño es que a estas alturas de la película, antes incluso de la entrevista en nuestro periódico, no haya sido convocada ya por el perogrullesco hecho de que ha compartido su vida con Ábalos durante cuatro años, que se dice pronto. Ya están tardando, pues. Pero si, además, se descuelga con este pedazo de revelación resulta inexcusable que le den día y hora en la Plaza de París, sede del Alto Tribunal. No hace falta ser catedrático de Derecho Penal para llegar a esta conclusión, basta con echarle a la cosa un poco de ese sentido común que, desgraciadamente, no suele ser el más común de los sentidos.
Que el presidente soplase a Ábalos la investigación en marcha sobre Koldo no es una anécdota o un cotilleo, es un delito, o varios.
Que el presidente del Gobierno soplase a José Luis Ábalos la investigación en marcha sobre Koldo García, detenido en febrero de 2024, no constituye una anécdota ni resulta un cotilleo. No. Es un delito. O varios para ser exactos. Dos se me ocurren a bote pronto: revelación de secretos, el mismito que ha perpetrado el fiscal general del Estado, y otro de encubrimiento, castigados en conjunto con hasta 10 años de cárcel. Y subsidiariamente podría haberse cometido otro ilícito penal por omisión del deber de perseguir delitos y un cuarto de tráfico de influencias. Es evidente que el chivatazo presidencial habría ayudado a la trama a destruir pruebas y a poner a salvo el dinero o parte del dinero procedente de las mordidas.
No sería ninguna tragedia nacional ni constituiría ninguna novedad que Sánchez se sentase en el banquillo de la Sala de lo Penal del Supremo. Otros primeros ministros ya lo hicieron. Mariano Rajoy compareció el 26 de julio de 2017 ante la Sala de lo Penal de la Audiencia Nacional por el caso Gürtel siendo presidente en ejercicio. Y declaró como testigo presencialmente tras negársele la posibilidad de hacerlo por videoconferencia. Y fue hace hoy un año cuando el juez Juan Carlos Peinado interrogó a Sánchez por el caso Begoña. Nuestro protagonista exigió hacerlo en Palacio y allá que se fue el titular del Juzgado de Instrucción 41. Felipe González sí tuvo que pasarse en persona por el Supremo a finales de los 90 en calidad de testigo por el caso GAL y por Filesa, la estratosférica maquinaria de financiación ilegal del Partido Socialista.
A Sánchez hay que tomarle declaración sí o sí. En Derecho no cabe otra. Resulta imprescindible para confrontar su versión con la de la ex pareja de José Luis Ábalos. Espero que las diversas acusaciones personadas hagan los deberes y soliciten mañana mismo tanto la citación de Andrea de la Torre como la de Pedro Sánchez. Lo contrario supondría un imperdonable fraude a la ciudadanía, a la ética y a la legalidad. Las palabras de Andrea, una persona que ha vivido minuto a minuto los últimos 1.400 días de la vida de José Luis Ábalos, incluidos los seis últimos meses del torrentino como ministro, demuestran evidentemente que tenemos de presidente a un delincuente y que un servidor no incurrió en una hipérbole cuando hace bastantes meses dictaminó que toda esta merde no es el caso Ábalos, el caso Marlaska, el caso Koldo, el caso Cerdán, el caso Armengol, ni el caso Torres, sino más bien el CASO SÁNCHEZ. Pedro es el jefe de una organización criminal. Un cada vez menos presunto delincuente. No le den más vueltas.
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