Illa se hizo un estado de alarma a la medida
Ahora encaja todo: la excepción de saltarse el confinamiento para acudir a actos electorales fue estipulada por el Gobierno de Pedro Sánchez en el decreto de estado de alarma publicado el pasado 25 de octubre, cuando el por entonces ministro de Sanidad, Salvador Illa, ya sabía que sería candidato del PSC a las elecciones catalanas. El decreto, que elaboraron la vicepresidenta primera del Gobierno, Carmen Calvo, y el mismísimo Illa, parece redactado, visto con perspectiva, a medida de las aspiraciones políticas de los socialistas y del entonces ministro de Sanidad, pues, a diferencia del elaborado en marzo por el mismo Ejecutivo para hacer frente a la primera ola, permite saltarse el confinamiento.
Cierto es que en la cuarta prórroga, allá por mayo, ya se contemplaba esta medida, pero la diferencia es que en aquella ocasión los indicadores sanitarios mejoraban de forma sensible tras el confinamiento total, por lo que pudieron celebrarse los comicios de Galicia y el País Vasco. En suma, cuando en octubre, con la pandemia en fase ascendente, se aprobó el último decreto del estado de alarma, se mantuvo la excepción pese a que la situación sanitaria era radicalmente más grave.
La candidatura de Illa arremetió el martes en redes sociales contra la Generalitat por incluir la asistencia a actos electores del 14-F como uno de los motivos para la emisión de los «certificados de autenticidad» que justifican los desplazamientos. No cabe mayor hipocresía, porque fue el mismísimo Illa quien permitió la movilidad en campaña electoral. O sea, los socialistas, que no querían bajo ningún concepto que se retrasasen los comicios catalanes y permitió que el estado de alarma contemplara saltarse el confinamiento, se ponen ahora dignos, cuando ya han conseguido que las elecciones no se aplacen.
Illa se hizo un estado de alarma a la medida de sus aspiraciones políticas y ahora tiene el cuajo de cuestionar lo que él mismo permitió. Todo es un inmenso disparate, pero lo que no admite ninguna duda es que la hipocresía del PSOE de Pedro Sánchez pasa porque Illa termine criticándose a sí mismo. Surrealista.
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