Opinión

Hacia el tercer PP

En los últimos días, hemos sabido que la dirección del PP estaría dispuesta a lanzar nuevas fórmulas de colaboración con C’s y Vox, tales como montar un Cataluña suma al estilo de Navarra suma, o proponer una coalición de los tres partidos en la elaboración de las listas del Senado. Leída la noticia desde la Historia, podría ser el primer paso hacia el tercer PP. ¿A qué me refiero?

Cuentan los viejos que, allá por 1976, antes de existir UCD, un grupo de cuadros jóvenes democristianos creó un partido llamado Partido Popular. Ese fue el primer PP de nuestra Historia y no el que ahora conocemos. Aquel PP fue el germen de la UCD, en cuya marca se ocultó. Pero entre el primer PP y la UCD y el segundo PP hay una coincidencia clara en ideas y proceso de generación (amplia confluencia).

Entre uno y otro, sin embargo, hubo un periodo de al menos 8 años (desde el fracaso electoral de UCD en 1982 hasta el Congreso de Sevilla de 1990 que alumbró el PP de Fraga-Aznar) donde la confluencia fundacional no fue posible. En dicho periodo permanecieron separados los centristas (CDS, y el resto de UCD), los democristianos (PDP), regionalistas varios (Centristas de Galicia, Coalición Galega, PAR, Unió Valenciana, o UPN) y los liberales de la Unión Liberal de Pedro Swartz, el Partido Liberal de José Antonio Segurado y el Partido Demócrata Liberal de Antonio Garrigues (cuyos días acabaron con el fracaso de la Operación Roca-Partido Reformista Democrático). Sólo cuando hubo una renovación generacional de AP, un fracaso electoral del PDP por separado, y el sucesivo fracaso del CDS, se logró que el PP aglutinase a todo ese espacio… hasta la victoria. Cuando se refundó el PP en 1990, el nombre se tomó de aquel primer PP con el consentimiento de quien lo había inscrito en el registro de partidos.

De modo que uno trajo causa del otro. La historia la cuenta bien Juan Antonio Ortega Díaz-Ambrona en su Memorial de transiciones (Galaxia Gutemberg, 2015). El contexto actual se parece en la fragmentación a esos ocho años que van desde el fracaso de UCD a la refundación del PP. No están tan claros, en cambio, los vectores políticos que hicieron posible el reagrupamiento del electorado de centro derecha (la lucha contra ETA, la corrupción felipista y la crisis económica). A ello hay que unir que hoy existen nuevas corrientes de pensamiento que dificultan el entendimiento de dos partes del centro derecha:

la liberal-progresista de Cs, y la nacional-identitaria de Vox. En más de una ocasión Pablo Casado ha dicho que entre sus objetivos está la reconstrucción del partido único de centroderecha. Tendrá que ser capaz de ofrecer una confluencia amplia donde haya mucha generosidad para dar hueco a líderes de C’s y Vox. Seguramente todo haya de empezar por coaliciones ocasionales como las de los ochenta. Luego habrá que ver si aquello se puede recoger en un solo partido. Y finalmente habrá que buscar vectores electorales por los que aglutinar voto. Un camino largo y difícil del que las propuestas de colaboración publicadas esta semana podrían ser el primer paso hacia el tercer PP.