Opinión

Golfada in black

Ni el recadero más voluntarioso de Podemos puede creer a Ramón Espinar después de escuchar sus explicaciones. La reputación y el honor del especulador black —hombre de confianza de Pablo Iglesias en la Comunidad de Madrid— quedan derrumbados tras descubrirse que compró una vivienda protegida en Alcobendas por 146.224 euros, sin sorteo público y cuando estaba desempleado, con el único objetivo de lucrarse. Hechos que desmontan su propio credo político. Sobre todo cuando dice que “muchos” han pedido a sus padres un préstamo de 60.000 euros para una operación similar, lo que denota un desconocimiento absoluto de esa España real que tanto enarbolan en Podemos. Con su comportamiento, Espinar contradice palabra por palabra el discurso podemita: hizo del “régimen” que critican con virulencia el medio para ser parte del 15% de los propietarios que consiguieron comprar un inmueble por designación directa.

Unos privilegios que, curiosamente, logró en una población gobernada por el socialista José Caballero, amigo de su padre Ramón Espinar Gallego. Ambos eran miembros del Consejo de Administración de Caja Madrid. Entidad en la que el padre del senador gastó 178.000 euros con una tarjeta opaca en la misma época que Espinar adquirió este inmueble. Demasiados hechos relacionados como para no pensar que esto se trata de una golfada mayúscula. Sin embargo, y a pesar de la tozudez de esta realidad, tanto Pablo Iglesias como Irene Montero han salido en su defensa. La táctica, una vez más, carente de la más mínima autocrítica, ha sido la de pasar al ataque. Los dirigentes de Podemos han vuelto a poner en la diana a los medios de comunicación por el mero hecho de hacer su trabajo: informar. Si la demagogia es uno de los principales enemigos de la democracia, Podemos es un peligro público. Además, y por mucho que se afanen, Espinar tiene difícil defensa. Suele sucederle a los políticos-pinocho que prefieren las mentiras a la coherencia.