Opinión

Garzón, ese ministro comunista, agobiado por el trabajo

Nos hemos enterado, porque lo ha dicho en papel oficial el propio Gobierno, que el inexistente ministro de Consumo, el pobre Alberto Garzón, se ha gastado 12.000 euros en pagar a un amigo que le ha hecho un “informe” para justificar alguna de las muchas paqueiradas que se le ocurren a un tipo de este jaez intelectual que viaja en coche oficial y su formación debe dinero a la Hacienda pública.

En una de las más celebradas películas de Berlanga, un empresario catalán le preguntaba a un comunista esto: “Oiga, usted, ¿es comunista porque es tonto o es tonto porque es comunista?”. El pobre hombre, mano sobre mano, entregado de pies y manos a sus acreedores políticos -antes iglesias, ahora Díaz-, trapacea con cosas como esta del informe. Seguramente, los folios en cuestión servirán tanto como nada, pero a algún amiguete le habrá venido bien embolsarse esa cantidad.

Cuando este Gobierno dé con sus huesos en el paro, quizá entonces nos enteremos de lo que ha perpetrado en materia económica. Porque si una señora del ministerio de Igual-da ha sido capaz de nombrar alto cargo (con nivel 30) a la niñera de sus hijos, ya me dirán ustedes lo que puede suponerse con una cierta justeza acerca de lo que perpetrará con el voluminoso presupuesto que Sánchez el graciable ha puesto en sus manos.

Dicen que llegaron a donde están gracias a los pobres. Es posible; lo que es seguro es que la nomenklatura vive infinitamente mejor que antes de ser gobierno, y, por supuesto, que aquellos que les llevaron en yolandas hasta las posiciones que disfrutan con deleite. Estos últimos y con toda seguridad, apenas pueden sobrevivir. Cinismo típico de los comunistas de salón. Sus votantes en el pecado llevan la penitencia; reclamaciones al maestro armero.

Como esos 12.000 euros son tan sólo la punta del iceberg del desmesurado y despilfarrador gasto gubernamental habrá que suponer lo que circula por debajo de las alfombras.

La guinda llegó al final. Se contrata externamente porque en el ministerio no hay personal suficiente. Caras como el cemento armado. Si algo sobra en los ministerios españoles son asesores, consultores, abogados del Estado, economistas del Estado y funcionarios.