Opinión

El fracaso de los Prespuestos: una gran noticia para España

Se trataba de una crónica anunciada. Los Presupuestos del Gobierno han sido tumbados en el Congreso y Pedro Sánchez se ve obligado a convocar elecciones generales, como ya pasó en 1995, cuando la extinta CiU retiró su apoyo al proyecto presupuestario de Felipe González. Hechos históricos aparte, que las cuentas públicas del PSOE no hayan salido adelante es, sin duda, una gran noticia para España porque, a pesar de la férrea defensa que de ellas ha hecho en la Cámara Baja la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, vendiéndolas como las más óptimas para la prosperidad de España, lo cierto es que estos Presupuestos ‘fake’ nos llevaban directamente a un nuevo zapaterismo. Máxime cuando, además, se trata de unas cifras elaboradas con una cuidada filigrana que regaba de dinero a Cataluña con el objeto último de lograr que PDeCAT y ERC –dos de los socios que elevaron a Sánchez al estrellato de La Moncloa– las apoyasen y tener la oportunidad de agotar la legislatura en 2020.

Los Presupuestos de Sánchez, además de irreales, tal y como han advertido organismos de indiscutible solvencia como la Comisión Europea, el Banco de España o la AIReF, pecaban de un optimismo que habrían puesto en jaque la estabilidad financiera y social de nuestro país. El Ejecutivo preveía un aumento disparatado del gasto, elevando más del 40% las partidas de vivienda, dependencia e infraestructuras, así como un aumento de los salarios a los funcionarios y las pensiones. Todo ello, sin proponer unos ingresos creíbles que procederían, principalmente de una subida de los impuestos a las empresas y las rentas altas, así como de gravámenes que ni siquiera están en ciernes, como la Tasa Tobin –a las transacciones financieras– y la Tasa Google –a las sociedades tecnológicas–.

Por tanto, con los tozudos números en la mano, de haber sido aprobados, y a pesar de estar construidos –según Hacienda y Economía– para atajar las desigualdades sociales que dejó la crisis financiera de 2008, habrían supuesto un claro retroceso para nuestro Estado del Bienestar porque traerían destrucción de empleo al asfixiar fiscalmente a las empresas. Además, la deuda pública se desbocaría, como ya ocurrió con José Luís Rodríguez Zapatero en 2009 cuando se cerró el año con un insostenible déficit del 10% del PIB, es decir, alrededor de 800.000 millones de euros de pasivo y más de 5 millones de parados. Definitivamente, mirando atrás para construir hacia delante, podemos afirmar que la caída de estos Presupuestos cargados de insensatez son una buena nueva conveniente para el progreso de España.