Opinión

Falsa polémica en torno a una espada ¿mítica?

Acusar al rey Felipe VI de cometer un acto contrario al protocolo en un país iberoamericano y que la difusión de ese presunto fallo provenga de unos dirigentes políticos que cada día denuestan la legitimidad de la Constitución y del sistema monárquico refrendado por más del 90% de la ciudadanía en 1978 es el colmo del cinismo y de la hipocresía. Hasta diez intervenciones en la red social del pajarito llevó a cabo el ex dirigente de Podemos, retirado de la política después de un flagrante fracaso electoral que casi hunde del todo a la formación creada por él mismo, salieron de la cuenta de Pablo Iglesias para machacar al Jefe del Estado legítimo de una monarquía parlamentaria totalmente democrática.

Don Felipe, recuerdan las hemerotecas, ha representado a España en la toma de posesión de 70 Presidentes del continente centro y suramericano desde el año 1996 hasta ahora, fueran de derecha, centro o izquierda. Ha vivido vicisitudes dignas de constar en un libro de anécdotas sucedidas a lo largo de esos 26 años, algunas divertidas pero otras tan peligrosas como la que vivió en la capital colombiana en donde los actos de toma de posesión fueron interrumpidos por el bombardeo de la guerrilla al lugar donde se celebraban los actos. Y si hay algo que el actual monarca tiene totalmente asumido desde hace más de dos décadas es que cumple con esa función que le permite conocer bien a la clase política de todos los colores con los que ha podido hablar y cambiar impresiones en sus desplazamientos a los países de habla hispana.

Después de presenciar las juras como Jefes de Estado de Colombia de Andrés Pastrana, Álvaro Uribe, Juan Manuel Santos e Iván Duque, don Felipe conoce perfectamente que los símbolos nacionales colombianos son la bandera, el escudo de armas y el himno nacional e incluso sabe que el cóndor de los Andes, la palma de cera -una planta que crece hasta los 70 metros- y la orquídea son considerados emblemas culturales colombianos e incluso que la cumbia es una expresión musical propia del país. Pero lo que no sabía el Rey Felipe, porque no constaba en el cuaderno de protocolo que se entrega a cada delegación que va a asistir a la toma de posesión del nuevo mandatario, es la fijación obsesiva del nuevo Presidente Gustavo Petro de que la espada que supuestamente usó el libertador Simón Bolívar en su lucha por ganar la independencia de Colombia, tenía que estar presente en el acto de jura de su nuevo cargo. Si a eso se añade el caos que se vivió cuando Petro mandó traer la espada del lugar que se le asignó al ser recuperada en el Palacio de Nariño, en contra de lo acordado por su antecesor, Iván Duque, se entiende que el monarca español no tuviera constancia de qué postura debía adoptar al paso de la espada. Sobre todo, porque para Petro era vital que esa espada de Bolívar, robada por la guerrilla del M-19 a la que él perteneció y que su grupo devolvió cuando firmaron los acuerdos de paz con el Estado colombiano, tenía que estar sí o sí en el acto multitudinario de la jura de su cargo como Presidente.

Aunque el Palacio de la Zarzuela no ha querido hacer frente a las críticas de los grupos radicales que, insisto, no desaprovechan la ocasión de atacar las normas constitucionales que están obligados a cumplir como miembros del Gobierno, es ridículo acusar al Rey Felipe de falta de neutralidad y respeto en un acto como el de la jura de un nuevo mandatario cuya ideología conmocionará las raíces y cimientos de un estado como el colombiano.