Opinión

En busca del poder absoluto

Pablo Iglesias quiere convertirse a toda costa en el Luis XIV de Podemos. Si el ‘Rey Sol’ aglutinó todo el poder en la Francia de finales del siglo XVII y principios del XVIII, el secretario general de la formación morada pretende hacer lo mismo con la izquierda española del siglo XXI. Para ello, no parece dispuesto a reparar en formas y movimientos aunque eso suponga desdecirse de sus supuestas ideas y principios éticos… si es que en algún momento su actividad política se ha diferenciado en algo de ‘El Príncipe’ de Nicolás Maquiavelo y su célebre «el fin justifica los medios».

Después de despreciar al Partido Socialista de todas las maneras y modos posibles, ahora quiere dar un paso más para consumar el sorpasso aunque sea a costa de su credibilidad. Si su fin último es el poder, una alianza entre Podemos e Izquierda Unida de cara a las próximas elecciones del 26 de junio sería la prueba definitiva de que en política a Pablo Iglesias no le importa ni el propio Pablo Iglesias con tal de conseguirlo. El líder podemita ha reiterado en repetidas ocasiones que un pacto con la formación que dirige Alberto Garzón es «imposible». Por ejemplo, en la televisión iraní donde tiene su programa ‘Fort Apache’. Allí llegó a reconocer que «un frente de izquierdas no puede cambiar políticamente el país, no suma».

Iglesias olvida —u omite por interés— aquellas otras palabras que le dedicó al militante de IU: «El típico izquierdista tristón, aburrido, amargado…». Declaraciones que provocaron en su momento una profunda brecha con respecto al partido de Alberto Garzón. Algo que puede pesar mucho a la hora de concretar este nuevo bandazo táctico del politólogo. De hecho, las negociaciones abrirán una sima importante en ambas formaciones. En Podemos, sectores como el de Errejón verán amenazado su modelo de partido y cuota de influencia; en IU, pocos han olvidado los desaires del podemita y consideran como una traición a su propia filosofía una potencial unión con los populistas.

La prueba evidente de las desavenencias entre los compañeros de Garzón está constatada en las palabras de un veterano como Gaspar Llamazares, que ha calificado a los dirigentes de Podemos como «estrategas de la tierra quemada y prepotentes». No obstante, no habrá guerras internas —la división en Podemos es un seísmo constante que no deja de replicar— ni falla sistémica que detenga a Pablo Iglesias si con ello puede borrar del mapa al PSOE de Pedro Sánchez y optar así al cetro hegemónico de la izquierda en España. De concretarse el acuerdo, y a expensas del cómo, las estructuras orgánicas de unos y otros quedarán muy tocadas. Un factor inane para detener las ansias de poder absoluto que sacuden cada requiebro político de Pablo Iglesias.