Se disfrazan de payasos, pero son tres proetarras de los pies a la cabeza

El relato de Jon, un joven que sufrió en sus carnes el adoctrinamiento de los payasos proetarras Pirritx, Porrotx y Marimots, es suficientemente esclarecedor como para poder afirmar que detrás de las pelucas y las narices de goma del trío se esconde un grupo dedicado a enaltecer a una banda terrorista de asesinos. Ni más ni menos. Hace más de veinte años que los payasos proetarras se dedican a contarles a los más pequeños las «virtudes» y «bondades» de ETA, todo un relato sesgado y distorsionado de la realidad en la que los verdugos son convertidos, a base de canciones y cuentos, en héroes. Se disfrazan de payasos, pero son etarras de los pies a la cabeza, lo que añade un grado más de repugnancia a sus actuaciones en directo. «Nos hacían cantar canciones como Sarri, sarri -que homenajea la fuga de dos etarras de la cárcel-, pintar mapas de Euskal Herria, presoak y demás. También hacíamos teatros y todo tenía que ver con el pueblo vasco, con presos y cosas de estas», rememora Jon, que acudió a uno de estos campamentos hace veinticuatro años.

Además de obligarles a participar en este tipo de actividades, los payasos, que hacían de monitores en un campamento especialmente diseñado para niños que tenían dificultades para aprender euskera, les castigaban si les escuchaban hablar en castellano. «Todavía me acuerdo de que otro compañero, con el que jugaba al fútbol, y yo, nos apartaron más todavía, porque claro, ahí si nos pillaban hablando en castellano, nos castigaban y nos arrinconaban para hacer otras cosas», asegura el joven. Cómo será su miedo que Jon pide mantener el anonimato por temor a las represalias.

La Ertzaintza considera que ese grupo de payasos podría haber incurrido en un posible delito de «violencia psíquica a menores». Fuentes policiales confirmaron a OKDIARIO la apertura de este expediente. Bien está, pero aquí quien tiene que dar un paso al frente es la Fiscalía. Y ya está tardando.