Esto que haces con tu perro es fatal y los veterinarios avisan: «Puede morir»
Con la llegada del verano, muchos dueños de perros buscan todas las formas posibles para aliviar el calor de sus mascotas. No es raro ver a personas echando agua sobre el lomo de sus peludos durante un paseo, pensando que así les ayudarán a soportar mejor las altas temperaturas. Sin embargo, lo que pocos saben es que este gesto, aparentemente inocente y bien intencionado, puede representar un grave riesgo para su salud, e incluso, en los peores casos, puede poner en peligro su vida.
Veterinarios y expertos en comportamiento canino han lanzado una advertencia que ha sorprendido a muchos cuidadores: mojar ciertas partes del cuerpo del perro con agua fría, especialmente en momentos de calor intenso, puede tener consecuencias graves. Desde golpes de calor hasta choques térmicos, algunas de las cosas que hacemos para «ayudar» pueden terminar teniendo el efecto opuesto. Por eso, es fundamental informarse bien sobre cómo actuar correctamente durante los días calurosos, para mantener a nuestras mascotas seguras y protegidas.
El error más común al intentar refrescar a tu perro
Durante los meses más cálidos del año, es habitual ver a dueños tratando de aliviar el sofoco de sus perros mojándolos con una botella de agua o una manguera. Aunque esta práctica se ha convertido en algo común, los veterinarios han alertado de que hacerlo de forma incorrecta puede ser contraproducente.
La idea de mojar el lomo del perro cuando hace calor puede parecer efectiva. Sin embargo, lo que muchos desconocen es que el agua puede quedar atrapada entre las capas más internas del pelaje, especialmente en perros con manto denso o largo. Si después de esto, el animal permanece al sol, esa agua se calienta rápidamente con los rayos solares y, en lugar de refrescar al perro, genera una especie de «efecto invernadero» sobre su piel. Esto provoca un aumento de la temperatura corporal del animal, lo que puede derivar en un golpe de calor si no se detecta y corrige a tiempo.
Además, algunas personas utilizan agua demasiado fría pensando que así el efecto será más inmediato. Sin embargo, esto representa otro riesgo: el cambio brusco de temperatura puede provocar un shock térmico, especialmente si el perro ha estado expuesto durante mucho tiempo al sol y su cuerpo está recalentado. El contacto repentino con agua helada puede generar una reacción negativa en el organismo del animal, afectando sus funciones vitales.
Golpes de calor: una amenaza silenciosa pero mortal
Un golpe de calor ocurre cuando el cuerpo del perro no puede regular su temperatura interna y ésta sube peligrosamente. A diferencia de los humanos, los perros no sudan por la piel, sino que regulan su temperatura principalmente a través del jadeo y, en menor medida, por las almohadillas de sus patas. Esto los hace especialmente vulnerables a las altas temperatura.
Cuando al perro se le moja el lomo y permanece expuesto al sol, la combinación del agua atrapada en el pelaje y la radiación solar puede elevar aún más su temperatura. Si no se actúa rápidamente, el golpe de calor puede desencadenar fallos en órganos vitales, deshidratación severa, pérdida del conocimiento y, en casos extremos, la muerte.
Los síntomas de un golpe de calor incluyen jadeo excesivo, debilidad, temblores, vómitos, encías enrojecidas o pálidas y, en fases avanzadas, colapso. Es importante actuar de inmediato si se detectan estos signos, trasladando al perro a un lugar fresco, ofreciéndole agua en pequeñas cantidades y mojando zonas clave como el abdomen o las patas.
Zonas seguras para refrescar al perro
Entonces, ¿cuál es la forma correcta de ayudar a nuestros perros a sobrellevar el calor? Lo ideal es evitar mojar la parte superior del cuerpo, especialmente la cabeza y el lomo. En lugar de eso, los expertos recomiendan centrarse en zonas donde el pelaje es menos denso y donde el sol no incide directamente: la barriga, las ingles, las axilas y las patas.
Estas zonas permiten una mejor disipación del calor sin riesgo de sobrecalentamiento por efecto del sol. Mojar las patas, por ejemplo, es especialmente útil porque los perros pueden liberar algo de calor corporal a través de las almohadillas. Además, el abdomen y las ingles tienen vasos sanguíneos más cercanos a la superficie, por lo que enfriarlas ayuda a bajar la temperatura del cuerpo de manera más eficiente.
Asimismo, es importante no usar agua muy fría. Aunque parezca contradictorio, el agua helada puede hacer más daño que beneficio, especialmente si el perro viene de estar bajo el sol. La mejor opción es utilizar agua a temperatura ambiente.
Más allá del momento puntual de refrescar al perro, lo más importante es prevenir situaciones de riesgo. Para ello, hay que organizar la rutina diaria en función del clima. Es fundamental evitar sacar a pasear al perro durante las horas centrales del día. En su lugar, lo recomendable es salir temprano por la mañana o al atardecer.
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