Opinión

Día de la Policía

El 2 de octubre se celebró el Día de la Policía. La concesión arbitraria por parte de Marlaska de medallas de plata a varios mandos ha provocado un boicot sindical a los actos convocados. La medalla de plata tiene un incremento vitalicio del 15% de sueldo base y trienios (oro, 20%, roja, 10%). Por recursos sindicales, los tribunales han reclamado varias veces a la Dirección General de la Policía expedientes de mandos premiados; la DGP alegó que, por los cargos ocupados, merecen los premios como potenciales objetivos terroristas y de grupos organizados, argumento aceptado por los tribunales sin entrar al fondo del asunto.

En Interior, PSOE y PP son lo mismo. Medallas «sucias», nombramientos por amistad o ideológicos, ingresos, ascensos, destinos, libre designación… Eligen mandos afines pero las políticas son las mismas. La arbitrariedad en la concesión de recompensas y los beneficios que conlleva (económicos, baremo, ascensos, cursos, destinos etc.) siempre han sido motivo de controversia. Regulado por una ley de 1964, a partir de la integración del Cuerpo Superior de Policía (investigación) en el Cuerpo Nacional de Policía (1986) desaparecieron los premios en metálico a sus miembros por servicios destacados. Dichos premios fueron sustituidos por las medallas pensionadas. Las escalas ejecutiva y superior de Policía Nacional, el 9% del cuerpo, ejercen tareas de dirección o inspección y reciben más del 50% de las medallas pensionadas; las escalas básica y subinspección, 91% restante, suman el 99% de muertos y heridos en acto de servicio y reciben muchas menos. Que se ponga en riesgo la vida no es determinante para recibirla.

Hasta hace poco tiempo, la medalla de plata era algo extraordinario, como lo era la roja hasta principios de los 90; superado ya ese listón (hay mandos que acumulan varias rojas), han decidido subirse la pensión vitalicia y se auto-conceden medallas de plata. Mientras, policías que arriesgan sus vidas reciben una blanca cuando les correspondería roja (pensionada). Dada la injusticia y discrecionalidad en su concesión, algunos responden haciendo trampas. Dos ejemplos: a) policías que estando cerca del escenario de una bomba, se autolesionan levemente con cristales rotos para reclamar la medalla pensionada. No tienen menos mérito que algunos mandos que las reciben sin merecerlas, por concesión política arbitraria que han mantenido todos los gobiernos. B) dirigente provincial del que era mi sindicato, que protestó por una medalla roja a un comisario alegando que los comisarios no las merecen, el año siguiente pidió por escrito con membrete sindical una roja para el comisario jefe de sus dos hijos policías. En todas partes cuecen habas, también en los sindicatos.

Estas y otras prácticas deben combatirlas los sindicatos. Si lo hacen, sus máximos responsables no ascenderán, recibirán denuncias, querellas, expedientes… presiones «híbridas» para maniatar la práctica sindical. El sindicalismo limpio tiene consecuencias. Hace 13 años, todos los sindicatos aplicamos los lemas «trabaja según te pagan» y «cumple según cumplen»; exigimos respetar derechos civiles de la ciudadanía reduciendo millones de identificaciones ilegales y masivas, y debatimos presentar candidatura conjunta a las elecciones (2011) con un manifiesto que podría conseguir el respaldo del 80-90% del colectivo. En símil ajedrecístico sindical, la primera medida era jaque y la segunda, mate. Fuentes Gago, entonces presidente del SPP, recibió múltiples presiones de mandos, rompió la unidad y lo secundó la CEP. Destacados mandos entonces de SPP y CEP ocuparon después y ocupan hoy altos cargos en la DGP. La única estrategia sindical eficaz es respetar derechos civiles, mejorar la seguridad y servir a la ciudadanía, no a la estadística manipulada de mandos y políticos, como ya hicimos en 2009. Repítanlo, si se atreven.