El desgaste del mercado de trabajo
Tras los datos de empleo de la EPA aparentemente positivos, nos encontramos con un espejismo. Así, la ocupación sube, pero debido, en una gran medida, a la estacionalidad. De hecho, en términos porcentuales es el peor crecimiento del número de ocupados de manera desestacionalizada de los últimos tres trimestres, un 0,68%. Del mismo modo, el incremento del empleo en términos interanuales, con 584.000 nuevos ocupados, es el segundo peor de los últimos cinco años.
Esa estacionalidad hace que el empleo privado crezca, pero sobre una base frágil, que no consolida, mientras que el empleo público, pese a venir de niveles muy elevados, sigue aumentando y lo hace en 22.900 personas, llegando a casi 3,6 millones de empleados públicos, que con los planes del Gobierno de eliminar las tasas de reposición seguirá incrementándose, alterando de manera artificial la evolución del mercado laboral e introduciendo más presión sobre el gasto público.
En cuanto al paro baja en 236.100 personas en términos intertrimestrales. Además, al desestacionalizar es la segunda peor de los últimos cuatro trimestres y la sexta peor evolución trimestral del desempleo y la quinta peor en términos interanuales en el IITR de los últimos once años.
Todo ello, se une a la evolución mensual que aparece en los datos de paro registrado y de afiliación a la Seguridad Social, donde el empleo que se crea es precario, existe mucho desincentivo para buscar un puesto de trabajo y donde, pese al artificio de la eliminación de los contratos temporales para englobarlos en los fijos discontinuos y no contabilizarlos en las cifras de desempleo, se percibe que el mercado laboral va perdiendo intensidad.
A ello no ayudan las medidas que el Gobierno impulsa en materia laboral: más cotizaciones a la Seguridad Social, que aumentan los costes de contratación; un salario laboral que ha subido un 60% desde 2018, que empuja también a los costes hacia arriba; una mayor rigidez laboral; y, como remate, la reforma laboral que, de momento, ha tenido que retirar el Gobierno, que aumenta más de un 6% el coste para las empresas.
Muchas empresas no pueden aguantar mucho más, están al límite. De momento, no se han producido grandes reducciones del empleo, pero los pequeños están asfixiados y los grandes pueden empezar a deslocalizar su producción. Si ello sucede, el golpe a la economía española y al mercado laboral será intenso en el aspecto negativo.
No podemos seguir así: urge realizar reformas que agilicen el mercado de trabajo y permitan una verdadera creación de empleo, más allá de los datos estacionales, porque el medio y largo plazo está vislumbrando un horizonte muy preocupante.
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