Opinión

Democracia y Sánchez no mezclan bien

Es difícil encontrar un acto de corrupción mayor que el de un presidente que ha entregado el futuro de su país a una alianza estratégica con los proetarras y los golpistas, los mayores delincuentes que habitar pueden en una democracia.

Por eso, nada de lo que haga un tipo de su calaña nos puede extrañar. Para quien ya ha elegido como socios a los enemigos de la democracia todo lo que haga a partir de ahí no dejarán de ser pecados veniales. Pero el hecho de que sepamos que Sánchez es capaz de perpetrar todo tipo de tropelías no puede llevarnos a contemplarlas de forma resignada o en silencio.

La última golfada de Sánchez y su banda (bueno, última cuando escribo estas líneas, para cuando las publiquen ya se habrán producido unas cuantas más…) es el rescate de una empresa de aviación, Plus Ultra, propiedad de unos amigos del sátrapa Maduro.

El hecho de que Sánchez haya decidido utilizar fondos destinados a rescatar empresas estratégicas para dárselos a una empresa que, no sólo no es estratégica en el sector aeronáutico español sino que lleva en pérdidas desde antes de que se iniciara la crisis de la Covid-19, es un síntoma más de la descomposición ética y moral que aqueja al Gobierno de España. Es una aberración, una sinvergonzonería sin límites que el Gobierno financie a los amigos de Maduro con el dinero que les niega a los pequeños empresarios, a los autónomos o a los parados.

Pero esta decisión, que no es sólo económica, es una demostración palmaria de que la soberbia y prepotencia de Sánchez le ha llevado a pensar que ninguno de sus actos  le pasará factura electoral. Y ciertamente que tiene razones para despreciar la posibilidad de una reacción crítica de los españoles. Las encuestas que le enseña cada día su Goebbels de bolsillo, Iván Redondo, le indican su apreciación de que los españoles tragan lo que les echen. Y por si tenía alguna duda, las elecciones catalanas le han permitido evaluar el efecto perverso de la propaganda al lograr que gane las elecciones el responsable máximo de gestionar la crisis sanitaria que se ha llevado por delante las vidas de cien mil de nuestros conciudadanos.

Sánchez pudre todo lo que toca y liquida –física, política o socialmente- todo aquello que no puede controlar. Por eso se encuentra tan a gusto con comunistas, bolivarianos, proetarras o golpistas. Sus compañeros de viaje son muy como él pues todos ellos ya han demostrado estar dispuestos a todo para conseguir sus objetivos. Naturalmente que Sánchez, como cualquier “padrino”, si puede ampliar la red clientelar, no liquida sino que compra. Y lo mismo compra voluntades de “profesionales” a quienes sitúa en cualquiera de sus terminales mediáticas y/o económicas que “rescata” las empresas de sus amigos.

Y mientras nos entretenemos/escandalizamos con el vergonzoso espectáculo de la compraventa de diputados, mientras buscamos como calificar a un partido que presenta mociones de censura contra sí mismo, mientras especulamos sobre el papel de Arrimadas en la función diseñada por Iván Redondo, mientras se suceden los episodios bochornosos que animarían al más pintado a “borrarse” de la política (sin tener en cuenta que la opción de dejarse guiar por el caudillo es mucho peor), Sánchez nos cuela su operación Plus Ultra, aprueba la Ley que quita competencias constitucionales al CGPJ y la reforma del Código Penal para legalizar las coacciones contra la libertad de huelga. Y comienza a soltar la idea de alargar el estado de alarma después de mayo para mantener los poderes absolutos…

Y mientras se acumulan los millones de parados, mientras centenares de miles de españoles no reciben ninguna ayuda pública para subsistir, mientras crecen las colas del hambre… Mediapro negocia con el Gobierno que le sean transferidos 300 millones de euros del dinero de todos los contribuyentes , dinero que se sumaría al que ya se ha destinado a Mediaset, a Atresmedia, a Prisa… Dinero que no llega a los cuatro millones de parados, a los más de dos millones de autónomos  que han cesado su actividad, a la sanidad, a la educación… Dinero que, insisto, llega puntualmente y a raudales a las terminales mediáticas que emiten la propaganda del Gobierno.

Y mientras todo se pudre, Marlaska corre jacarandoso en la cinta que le hemos comprado con nuestro dinero para que entrene cómodamente desde su casa y no se distraiga de su tarea de acercar terroristas a sus domicilios en el País Vasco.

Y en esta atmósfera espesa y maloliente pareciera como si nos hubiéramos acostumbrados a que cada día el Gobierno nos informe de los cientos de nuevos muertos por la Covid-19, de los centenares o miles de nuevos contagiados….

Es un hecho que la corrupción institucionalizada no para de crecer desde que la pareja tóxica Sánchez/Iglesias habita la Moncloa. “El mejor desinfectante es la luz del sol”, dijo Louis Brandeis, refiriéndose a la transparencia. Para desinfectar la cloaca de la Moncloa no hay nada más efectivo que sacar a la luz  todas sus tropelías. Porque probado está que democracia y Sánchez no mezclan bien. A la democracia hay que cuidarla; y a Sánchez hay que ponerle fecha de salida.